31 de enero de 2021
1364 • AÑO XXVIII

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Sacramentos de vida cristiana

Celebración litúrgica y sacramental

Si el sacramento del matrimonio presenta, por sus especiales características, algunas dificultades en orden a la explicación teológica de su origen y significado, hay que decir, en cambio, que ofrece grandes posibilidades en lo que se refiere a su celebración litúrgica y sacramental.

La liturgia del matrimonio cuenta con los elementos necesarios para una celebración llena de expresividad y de contenido: fundamentación e inspiración bíblica, enraizamiento antropológico y cultural, carácter participativo y comunitario, contenido teológico y mistérico.

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, ha dado pasos muy positivos en este sentido y está en buen camino en orden a una renovación de la liturgia matrimonial. Parte en primer lugar de una concepción general de la liturgia sacramental, que recoge los frutos de una intensa labor de renovación de la liturgia. El acercamiento a las fuentes bíblicas, patrísticas, la traducción de los textos litúrgicos a las lenguas vernáculas, la participación activa de la comunidad en las celebraciones, la valoración y utilización de la Palabra de Dios en orden a alimentar la fe en el significado del sacramento, la profundización en la dimensión eclesial y social de los sacramentos y en general en los aspectos teológicos de la acción litúrgica, son pasos importantes en orden al desarrollo del sentido litúrgico de los fieles.

A través de las diversas reformas y adaptaciones litúrgicas que se han ido haciendo en los últimos años, el Ritual Romano del Matrimonio se ha enriquecido considerablemente. Los elementos propios de la celebración del matrimonio quedan enmarcados dentro de una acción litúrgica unitaria, en la que cada uno de ellos tiene su propio significado y todos juntos expresan la realidad plural de la celebración matrimonial.        

La celebración del matrimonio, tal como se perfila en el actual Ordo celebrandi matrimonium y en las disposiciones que le acompañan, pone en primer plano dos acciones que a lo largo de la historia litúrgica del matrimonio han tenido importancia diversa, pero que son sin duda las más relevantes, si se tiene en cuenta su origen histórico y su significado tanto antropológico como teológico. La primera de ellas es el consentimiento de los esposos que, por derecho propio y determinación de la Iglesia, se constituye en elemento imprescindible de la celebración. La segunda es la bendición nupcial que, si estuvo un tanto oscurecida en la liturgia de tiempos recientes, es el más firme eslabón de la tradición litúrgica del matrimonio.

La actual reforma ha logrado también una más perfecta acomodación de la celebración matrimonial a la liturgia de la eucaristía, de forma que ésta no sirva de mero complemento o adorno de la liturgia matrimonial, sino que ayude a celebrar en profundidad el misterio de la unión de Cristo con la Iglesia. 

Con todo, la liturgia cristiana es una realidad dinámica que debe estar siempre abierta a aquellas reformas y adaptaciones que puedan contribuir a mejorar el significado del sacramento, a celebrarlo con mayor dignidad y autenticidad, a acercarlo a la fe y a las formas culturales de expresión de la fe. 

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano