17 de enero de 2021
1362 • AÑO XXIX

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Sacramentos de vida cristiana

El rito matrimonial

El rito del casamiento tiene lugar después de la liturgia de la palabra: después de un triple interrogatorio o escrutinio.

La acogida de los futuros esposos tiene lugar normalmente a la puerta de la iglesia: no es el lugar mismo de la celebración, sino el propio de una acogida llena de simpatía humana.

La oración inicial (en sus distintas formulaciones) evoca uno u otro de los aspectos del matrimonio: unidad, fidelidad, amor mutuo, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia, gozo, procreación.

El rito del casamiento tiene lugar después de la liturgia de la palabra: después de un triple interrogatorio o escrutinio sobre la libertad, la fidelidad y la responsabilidad de los padres en la procreación, los novios se dan la mano. El gesto, que ahora precede al consentimiento, pertenece a la más antigua tradición del matrimonio romano y del matrimonio bíblico (Tob 7, 15). Los novios expresan su propio consentimiento por medio de una fórmula que recoge la sustancia de la que se usaba en Inglaterra desde la Edad Media y también en varias diócesis de Francia. El sacerdote recibe el consentimiento de los novios con una frase deprecativa que pone de relieve más la acción de Dios que el papel del ministro: El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ante la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (n. 99).

Al término de una larga evolución, el Ritual romano admite la costumbre de los dos anillos en lugar de uno solo. Después de una corta oración de bendición, los esposos se ponen el uno al otro el anillo en el dedo, subrayando el gesto con una frase que ve en el anillo nupcial un símbolo de amor y fidelidad mutuos.

La bendición nupcial, la antigua Oratio Super Sponsam, recupera el lugar que le asignaba el sacramentario Gelasiano, entre el Pater y el saludo de la paz, con supresión de la oración habitual Líbranos. Según la prescripción del concilio, el antiguo formulario romano ha sido corregido de modo que exprese los deberes del esposo al mismo tiempo que los de la esposa, sin perder, no obstante, su carácter fundamental de bendición de la esposa.

Cada uno de los formularios propuestos evoca a su modo la significación del matrimonio y su misión en el designio de Dios, e invoca luego la bendición del Señor sobre la mujer, luego sobre el varón y, finalmente, sobre ambos conjuntamente.

LAS ADAPTACIONES
La liturgia del matrimonio siempre aceptó las costumbres locales. El ritual romano actual admite una selección abundante de lecturas, oraciones y cantos, para permitir una celebración lo más adaptada posible a los esposos y a la asamblea que los rodea. Queda también abierto a usos antiguos como la bendición de las arras o el ramillete de la novia que se deja sobre el altar, la entrega de una Biblia o la firma del registro antes de la liturgia eucarística. 

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano