13 de diciembre de 2020
1357 • AÑO XXIX

INICIO - Signo y Gracia

Sacramentos de vida cristiana

La gracia sacramental del matrimonio

Elevando el amor conyugal a la dignidad de sacramento, Dios le confirió una gracia peculiar para la consecución de sus fines propios.

El Vaticano II afirma: El amor conyugal auténtico es asumido por el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia ... Los esposos cristianos, para cumplir dignamente su deber de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial; en virtud de él, cumpliendo su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, con el que toda su vida queda empapada en fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su pleno desarrollo personal y a su mutua santificación y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios (GS 48).

El Señor se ha dignado sanar este amor perfeccionarlo y elevarlo por el don especial de la gracia y la caridad. ... Para cumplir con constancia los deberes de esta vocación cristiana… los esposos cultivarán y pedirán en la oración la firmeza del amor, la magnanimidad y el espíritu de sacrificio (GS 49).

LOS FINES DEL MATRIMONIO
El Vaticano II hace derivar explícitamente la procreación del amor mutuo de los esposos: El mismo Dios es el autor del matrimonio, al que ha dotado con varios bienes y fines, todo lo cual es sumamente importante para la continuación del género humano, para el provecho personal y la suerte eterna de cada miembro de la familia, para la dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la sociedad humana ... Por su índole natural, la misma institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole, con las que se ciñen como con su propia corona (GS 48).

Un amor conyugal asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos… por su misma generosa actividad crece y se perfecciona. Supera, por tanto, con mucho la inclinación puramente erótica que, cultivada con egoísmo, se desvanece rápida y lamentablemente (GS 49).

El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos... En el deber de transmitir la vida humana y educarla los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes (GS 50).

La doctrina del Vaticano II sobre el matrimonio y la familia supone un gran avance respecto a documentos anteriores del Magisterio eclesiástico, aunque deja sin resolver la cuestión relativa a la moralidad de los medios que pueden utilizarse para el ejercicio de la paternidad responsable. Según el Vaticano II, la familia cristiana debe manifestar a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la naturaleza auténtica de la Iglesia, por el amor, la generosa fecundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, como también por la cooperación amorosa de todos sus miembros (GS 48). 

Ignacio Fernández González
Sacerdote diocesano