Nº 1356 • AÑO XXVIII
INICIO - Signo y Gracia
Sacramentos de vida cristiana
Sacramentalidad del matrimonio
El amor conyugal, por ser un acto eminentemente humano, es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la fuerza redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia.
La unión matrimonial, aun siendo un acto eminentemente humano (GS 49), se trasciende a sí mismo, en cuanto que es imagen o símbolo de la unión de Cristo con la Iglesia y de su amor por ella.
Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que manifiestan y participan del misterio de la unidad y del fecundo amor entre Cristo y la Iglesia (Ef 5,32), se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de los hijos y, por tanto, tienen en su condición y estado de vida su propia gracia en el Pueblo de Dios (LG 11).
Cristo bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia… el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio ... El amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la fuerza redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia, para conducir eficazmente a los esposos a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime tarea de padre y madre (GS 48).
EL MATRIMONIO ES UN SACRAMENTO
El Concilio explica la sacramentalidad del matrimonio partiendo de la realidad natural del amor humano: El amor conyugal auténtico es asumido por el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia... (GS 48).
Este amor conyugal, por ser un acto eminentemente humano,- ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad- abarca el bien de toda la persona... El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo por el don especial de la gracia y la caridad ... Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos (GS 49).
Hablando de los laicos como pregoneros de la fe y de su testimonio de vida, la Lumen Gentium señala el estado matrimonial como escuela de apostolado, elevado a la dignidad de sacramento: En este quehacer (testimonio de vida de los laicos) es de gran valor aquel estado de vida que está santificado por un especial sacramento, es decir la vida matrimonial y familiar (LG 35).
La Gaudium et Spes ve el matrimonio como una “consagración”; de ahí su dignidad y su carácter sagrado: Los esposos cristianos, para cumplir dignamente su deber de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial... llegan cada vez más a su pleno desarrollo personal y a su mutua santificación y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios (GS 48).
Ignacio Fernández González
Sacerdote diocesano