Nº 1356 • AÑO XXVIII
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A sus 94 años
Muere Antonio Gutiérrez, el último religioso
de los Hermanos Obreros de María
En la madrugada del pasado domingo 30 de noviembre dejaba este mundo Antonio Gutiérrez Ferrer, el último limosnero de Granada y religioso de los Hermanos Obreros de María. Queda entre todos la huella de su entrega bondadosa, que ha dejado grabada en multitud de personas.
Natural de Castell de Ferro-Gualchos, el hermano Gutiérrez empezó como cristiano en la Acción Católica de Motril. Se ganó la vida en sus primeros años de juventud trabajando en la imprenta en el periódico El Faro de Motril.
Lo dejó todo para seguir su vocación religiosa, que empezó primero con los hermanos agustinos. Ellos le encomendaron a la congregación de los Hermanos Obreros de María, que acababa de nacer en aquella década de los 50. Al ser uno de los primeros, se le considera un co-fundador junto con el hermano Carlos Fernández Dorador.
Fue enviado a la Casa de los hermanos en San Miguel Alto, en donde permaneció 20 años “sirviendo a Dios y a los niños”, como él mismo decía. Recaló después en la casa de Santa Inés, para dedicarse a la supervisión y el seguimiento de los jóvenes que trabajaban y a los estudiantes y aprendices de los distintos talleres de Granada. Compartía con ellos sus enseñanzas de imprenta, gracias a los cuales muchos pudieron encontrar una salida laboral.
En el año de las elecciones democráticas en España, el Superior lo envió a Málaga para que acompañase la labor del limosnero local. Allí aprendió de cerca la labor de limosnero que llevaría adelante durante más de dos décadas. “La verdad es que ha hecho su trabajo de entrega a Dios con mucho cariño y mucho tesón. Era muy sencillo y muy cercano, muy humilde, y tenía una sonrisa que era como muy natural suya, ¡siempre, hasta sus últimos días! Siempre decía ‘un santo triste es un triste santo’”, dice uno de los hermanos de la orden.
En este último tramo de su vida, a pesar de notársele más desmejorado y achacado de algún problema cognitivo, seguía mostrándose activo en la medida de sus posibilidades. Su muerte deja una conmoción profunda en el barrio de la Chana y el resto de Granada, en donde ya era un personaje conocido, reconocido con la medalla de oro al mérito del Ayuntamiento.
Gracias por su vida. Descanse en Paz, D. Antonio.
Ignacio Álvarez