Nº 1355 • AÑO XXVIII
INICIO - Signo y Gracia
Sacramentos de vida cristiana
Derechos humanos y matrimonio
La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene el derecho a la protección de la sociedad y del Estado (a. 16,3). Y el “Decreto sobre el apostolado de los seglares” dice: Habiendo establecido el Creador del mundo la sociedad conyugal como principio y fundamento de la sociedad humana... (AA 11).
El Concilio, con la exposición más clara de algunos puntos de la doctrina de la Iglesia, pretende iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que procuran defender promover la intrínseca dignidad del estado matrimonial... El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a una favorable situación de la comunidad conyugal y familiar (GS 47).
El Concilio habla del matrimonio en varios de sus documentos: LG 11, 35, 41; GS 46-52; AA 11. Tiene una manera nueva de presentar y enfocar el matrimonio que, sin contradecir en nada a la sana doctrina de la Iglesia, será tomada como modelo en los documentos posteriores al Concilio. El Concilio no deja de lado ninguno de los elementos fundamentales que constituyen el matrimonio: El auténtico ejercicio del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar, que nace de aquél, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar valerosamente con el amor del Creador y Salvador, quien por medios de ellos aumenta y enriquece a su propia familia (GS 50).
Podríamos resumir diciendo que la dignidad natural del matrimonio proviene de la propia condición del matrimonio como íntima comunidad de vida y amor conyugal y donación mutua de dos personas (definición), de su origen divino (sacramento), de los bienes y fines con que Dios le ha dotado (gracia) y de su carácter de colaboradores de Dios en la obra de la creación (procreación).
¿QUÉ ES EL MATRIMONIO?
El Concilio lo presenta como comunidad íntima de vida y amor: Los cónyuges cristianos,... se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de los hijos y, por tanto, tienen en su condición y estado de vida su propia gracia en el Pueblo de Dios (LG 11).
Conviene que los cónyuges y padres cristianos, siguiendo su propio camino, se ayuden el uno al otro en la gracia, con la fidelidad en su amor, a lo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrina cristiana y en las virtudes evangélicas a la prole que el Señor les haya dado (LG 41).
La íntima comunidad conyugal de vida y amor está establecida sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable (GS 48)
El auténtico ejercicio del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar, que nace de aquél, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar valerosamente con el amor del Creador y Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia (GS 50).
Ignacio Fernández González
Sacerdote diocesano