Nº 1355 • AÑO XXVIII
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Fallecido el pasado 24 de noviembre
La parroquia de Dúrcal acoge el funeral de D. Manuel Vílchez Terrón
El sacerdote D. Manuel Vílchez Terrón, natural de Dúrcal, dedicó principalmente su ministerio a ayudar a personas con problemas de adicción y a los marginados en su servicio pastoral por los pueblos de la sierra granadina y durante los años que fue ermitaño.
La parroquia de Dúrcal acogió en la tarde de la jornada de ayer, 25 de noviembre, la celebración del funeral del sacerdote granadino D. Manuel Vílchez Terrón, que actualmente se encontraba en la parroquia de Órgiva.
La celebración dio comienzo con la colocación del féretro ante el altar cubierto de flores que simbolizaban no solo el cariño de los que le conocieron, sino también de aquellos que tuvieron una experiencia con Cristo misericordioso a través de su vida dedicada a tender la mano a personas con problemas de adicción y marginadas que fue encontrando en su caminar como pastor.
El funeral estuvo presidido por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, y concelebrada por miembros del clero granadino con la presencia de un reducido grupo de fieles a los que pudieron unirse en oración a través de las redes sociales las comunidades parroquiales de Talará, Alcázar, Busquístar, Trevélez, Rubite, Murchas, Acequias, Nigüelas, Cáñar, Bayacas, Los Tablones, Carataunas y Órgiva. En todas estas localidades D. Manuel Vílchez desarrolló buena parte de su servicio pastoral en nuestra diócesis.
UNIDOS EN CRISTO MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
“No es una celebración de tristeza, los cristianos nunca perdemos nada, nunca. Los dones del Señor son para siempre porque Dios es fiel. No hemos perdido más que la compañía física de Manuel Vílchez pero la muerte no rompe el cuerpo de Cristo. Sabemos que está unido a nosotros, forman parte del mismo cuerpo de Cristo que formamos nosotros. Esos lazos no los rompe la muerte. Sus obras siguen estando presentes”, afirmó Mons. Javier Martínez durante su homilía.
Asimismo nuestro Arzobispo expresó su gratitud por la vida de “nuestro hermano”, por una vida sacerdotal “muy fecunda”.
Antes de finalizar la Eucaristía con la aspersión de agua en el féretro y la posterior bendición para los presentes en el funeral, Mons. Martínez dirigió estas palabras: “No temas hermano, Cristo murió por ti y en Su Resurrección fuiste salvado. El Señor te protegió durante tu vida y por eso esperamos que en el último día te libre de la muerte que acabas de superar”, culminó.
María José Aguilar