Nº 1354 • AÑO XXVIII
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Sobre la educación
“Un maestro que no es dogmático es simplemente
un maestro que no enseña”
Educación tiene que ver con “transmisión” o “herencia”; no es un objeto, sino un método.
Debe significar la transmisión de ciertos hechos, visones de las cosas o cualidades al último neonato. Podría tratarse de los hechos más triviales o de los más pretenciosas visones de las cosas o de las cualidades más agresivas; pero si se pasan de una generación a otra, son educación. Educación es tradición y tradición puede ser traición.
La primera verdad es francamente banal; pero es constantemente ignorada. Un niño pequeño, en una pequeña casa, hijo de un pequeño comerciante, es enseñado a desayunar, a tomar su medicina, a amar su país, a decir sus oraciones y a usar sus vestidos de domingo.
Obviamente, Mr. Fagin [el malo de Oliver Twist], si se encontrara un niño así, le enseñaría a beber ginebra, a mentir, a traicionar a su país, a blasfemar y a usar barba falsa. Pero también el vegetariano quiere abolir el desayuno del niño, el naturista arrojaría lejos su medicina, Tolstoi lo enseñaría a no querer a su país, el reformador esotérico le prohibiría sus oraciones y no faltaría el moralista que denunciara teóricamente los vestidos de domingo y tal vez todo tipo de vestido.
Yo no ataco ninguna de estas progresistas teorías. Pero me pregunto qué viene a ser en ellas esa entidad abstracta llamada educación. La verdad es que no hay nada en común entre estos maestros excepto el hecho de que enseñan. En pocas palabras, la única cosa que comparten es la única de que hacen profesión de no amar: la idea de autoridad. Es bien sabido que la gente habla de separar el dogma de la educación. El dogma es la única cosa que no puede ser separada de la educación. Es la educación. Un maestro que no es dogmático es simplemente un maestro que no enseña.
G. K. Chesterton