Nº 1353 • AÑO XXVIII
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Celebrados en la S.I. Catedral
Tres nuevos acólitos y una nueva bautizada en la Iglesia de Granada
La S.I. Catedral de Granada celebró este domingo 8 de noviembre, Día de la Iglesia Diocesana, la admisión a las órdenes de acólito y lector de tres seminaristas del San Cecilio. Junto a ellos, una joven recibió los tres sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Eucaristía y Confirmación.
El Día de la Iglesia Diocesana de este año no pudo ser más sacramental. Los seminaristas Moisés Mesa López, Antonio Jesús Guzmán Díaz y Joaquín Alcalde Vargas, se sentaron en el crucero del templo junto a Nilda, la joven que ese día entró a formar parte de la Iglesia por todo lo alto.
Los seminaristas del San Cecilio estaban allí para recibir, de manos del Arzobispo, la admisión a las últimas de las órdenes menores en su camino de consagración al ministerio sacerdotal. La joven Nilda, junto a su familia y su madrina, dispuesta por su parte a recibir el Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación en la misma celebración, emulando la práctica de la Iglesia primitiva.
Junto al resto de sacerdotes concelebrantes, el Arzobispo se mostró gozoso de poder aunar ambas celebraciones a la vez. “Están las dos cosas relacionadas, íntima y profundamente relacionadas”, dijo. Con el Evangelio de las vírgenes necias y prudentes, Mons. Martínez recordó cómo las nupcias del Señor se producen precisamente mediante los sacramentos.
“UNO PODRÍA DAR LA VIDA PARA QUE SUCEDA”
Todos congregados por lo mismo, a servir y ser servidos. D. Javier puso en relación los ministerios que recibían los seminaristas y la entrada en la Iglesia de la joven. “Lo que tú recibes hoy, Nilda, yo sé que tú estás muy contenta de recibirlo, pero yo te diría que es más una gracia para mí el poder darlo. Es algo tan grande que uno podría dar la vida para que suceda”, dijo.
El Arzobispo hizo notar cómo ahora, Mesa, Guzmán y Alcalde, al recibir el orden del servicio del Altar y la Palabra, son quienes pueden hacer posible que esa gracia recibida pueda alimentarse y crecer en la Iglesia. “Cuidar de la familia de Dios es cuidar ese don, cuidar esa vida, las personas que el Señor nos pone cerca o que el Señor nos encomienda a través del ministerio apostólico. Nuestro don más grande es que somos siervos”, concluyó.
Los fieles presentes intercedieron particularmente por la entrada de Nilda en la familia de la Iglesia, así como por los tres seminaristas, que se incorporaron al servicio del altar una vez celebrada su admisión a estos ministerios menores.
Ignacio Álvarez