01 de noviembre de 2020
1351 • AÑO XXVIII

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Sacramentos de vida cristiana 

El matrimonio en San Pablo

La doctrina de San Pablo sobre el matrimonio se basa en el misterio de la unión de Cristo con la Iglesia. Las bodas de Cristo con la Iglesia serían impensables si Cristo no hubiese renovado el mundo, convirtiéndolo así en esposo. 

El primer Adán trasmitió a todos el pecado, pero el segundo Adán renovó el mundo entero para que participe en la realidad de Cristo resucitado (Rm 5, 14-21; 6, 5-11; 1Co 15, 49). Cristo esposo se da a toda la humanidad (Ga 2, 20) hasta tal punto que Pablo escribe: Y vosotros, maridos amad a vuestras esposas como Cristo amó a la Iglesia y se ofreció a ella para hacerla santa (Ef 5, 25). 

La primera carta a los Corintios es una prueba clara de que la Iglesia ha seguido la doctrina de Cristo, por lo que la comunidad cristiana toma posturas decididas en cuanto al divorcio. Pablo prevé una sola excepción: para favorecer la fe de uno de los cónyuges (1Co 7, 10-16).

En Efesios 5, 21-23 San Pablo nos presenta la doctrina que enseña a la Iglesia de su tiempo y a sus comunidades.

Este texto es muy importante, pero de difícil interpretación. Es importante, porque es el único del Nuevo Testamento que presenta el matrimonio entre cristianos en relación con el misterio de Cristo, y porque dará origen a una teología del matrimonio que presenta la relación varón-mujer en analogía con la relación Cristo-Iglesia. Pero es, al mismo tiempo, un texto difícil, que tiene dos lecturas:

1) La teología de San Pablo estaría condicionada por la cultura de su época, que era una cultura de subordinación de la mujer al varón, hoy ya superada. San Pablo pertenece a una sociedad en la que la mujer estaría en situación permanente de sumisión a su marido; sería “menor” a perpetuidad; el gobierno de la familia y las decisiones pertenecen al marido, que es el jefe de la casa, jefe de su mujer y de sus hijos. Hoy en día serían inaceptables en muchas sociedades.

2) Pero hay otra interpretación. Para Pablo el matrimonio cristiano aparecía como un sacramento en sí, debido al lazo de la pareja escatológica Cristo-Iglesia. No fue el matrimonio el que cambió, sino que se transformaron sus protagonistas al convertirse, por el bautismo, en personas fundamentalmente diferentes. Se revistieron de Cristo, de modo que su actitud debe conformarse con el prototipo Cristo-Iglesia. Bautizados en Cristo, pertenecen al nuevo Adán. Y a partir de esto se establece entre los cónyuges no sólo un lazo jurídico como el que vinculaba Adán a Eva, sino que todo cristiano participa realmente en el misterio Cristo-Iglesia. Por eso, la exhortación de Pablo pretendería, más bien, situar en primer plano las cualidades de la pareja escatológica Cristo-Iglesia que hay que imitar. No se trataría, pues, de una afirmación que sería resultado de una cultura superada. Lo que escribe San Pablo tiene un verdadero fundamento teológico.

Ignacio Fernández González
Sacerdote diocesano