25 de octubre de 2020
1350 • AÑO XXVIII

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Apertura de consultas dirigida a los fieles  

Rosario Granados, “vidente” de Nuestra Señora del Espino en Chauchina

Rosario Granado perdonó al asesino de su hijo y fue curada, sin explicación médica, de unas llagas varicosas en su pierna izquierda.

El Arzobispado de Granada abre un periodo de consultas dirigido a los fieles diocesanos para comunicar cualquier información útil, a favor o en contra, o aportar elementos que permitan después la apertura de un posible estudio de causa diocesana de beatificación de Rosario Granados, conocida como “vidente” de Nuestra Señora del Espino.

Quienes puedan aportar dicha información, deben dirigirse únicamente a Secretaría General del Arzobispado, en el correo electrónico secretariageneral@archidicoesisgranada.es o en el teléfono 958-21-63-23. Se subraya que, para trasladar esta información, deben contactar exclusivamente con dicha Secretaría General del Arzobispado, para no dañar el trabajo que lleve a una posible apertura de causa diocesana de beatificación.

ROSARIO GRANADOS
Rosario Granados nació el 25 de abril de 1839, en Chauchina, en el seno de una familia humilde y trabajadora del campo, bautizada en la parroquia de Nuestro Señor de la Humildad.

Contrae matrimonio en 1859, pero pronto queda viuda. Es una madre cariñosa y entregada, que pasa muchas horas en oración. Su devoción por la Virgen le ayuda a encontrar consuelo y fuerza, para afrontar una vida llena de privaciones. En su casa, pasan dificultades y fatigas, y comparte lo que tiene, mostrando su ser caritativo con pobres como ella.

Iglesia de Nuestra Señora de la Humildad en Chauchina.

Hacia el año 1890, se traslada por motivos de trabajo de sus hijos a las afueras de Arenas del Rey. Allí, el 15 de septiembre de 1902, mientras se encuentra sola, un joven toca a su puerta y le pide refugio, pues le persiguen por haber apuñalado a un hombre. Ella lo acoge, procura serenarlo, le ofrece algo de comer y le garantiza que no le delatará. Al poco tiempo, llega su hijo menor, que le comunica la terrible noticia de la puñalada que ha recibido su hermano mayor, que morirá dos días después en el Hospital de San Juan de Dios. Ella, pide al hijo que marche a enterarse bien de lo sucedido y le asegura que irá inmediatamente. Cuando queda sola, llama al que tiene refugiado y le dice: “Ya ves lo que has hecho; pero no te voy a denunciar… te perdono…. como la Virgen perdonó a los verdugos de su Hijo…”. El criminal es apresado pocos días después. Rosario, piensa que la madre de ese joven sufrirá como ella por la pérdida de un hijo y reza para no tener que testificar en el juicio. Ocho días antes de la fecha señalada, el homicida fallece arrepentido.

Diez años después, vuelve a Chauchina con la familia de su hijo menor. Ella ayuda a su nuera en el cuidado de los nietos, se compromete activamente con la Parroquia, cumple con sus rezos diarios, acude rigurosamente a Misa y a todo acto religioso del pueblo.

Una mañana de 1903, le aparecen tres llagas con aspecto purulento en la pierna izquierda, que le causan dolor y la imposibilitan para caminar. La ingresan en el Hospital de San Juan de Dios de Granada. Allí la tratan durante siete meses, pero desisten porque la evolución es tórpida y la pierna se encuentra en estado gangrenoso. Desahuciada, recibe el alta hospitalaria y regresa a Chauchina. Cuando le preguntan cómo se encuentra, responde: “Bien… lo que Dios quiera…”.

Debido al mal olor de sus llagas, se retira cada día junto a una planta de espino, para curarse. Por ese olor, muchos no la tratan y es amenazada de desahucio. En la mañana del Lunes Santo 9 de abril de 1906, apoyada en una silla para poder caminar, acude adónde diariamente se cura. Allí se encuentra con una la señora vestida de negro que le dice: “Ven conmigo al nuevo cementerio y allí te curaré”. Cuando llegan junto a la Cruz que preside la entrada del Camposanto, rezan juntas y resuena como un trueno. La señora la tranquiliza diciéndole: “No es nada”. Terminada la oración, le dice: “Vamos a ver la pierna”. Rosario se retira las vendas, para no producirse más dolor, y se las enseña. Transcurre un tiempo que Rosario no sabe precisar. Cuando despierta, se ve sin vendas, descubre que esta curada y que puede andar bien. Empieza a correr en busca de la Señora, sin encontrarla. Más tarde, ella misma relata al párroco lo sucedido y éste lo recoge por escrito.

La noticia de la curación de Rosario se extiende por Chauchina, sus alrededores y toda la provincia de Granada. 

Los restos mortales de Rosario están en una pequeña cripta, junto al camarín de la Virgen del Espino, donde fueron trasladados en 1961, con autorización del arzobispo D. Rafael García y García de Castro.