18 de octubre de 2020
1349 • AÑO XXVIII

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El DOMUND, con cristianos granadinos en todo el mundo 

“La vida misionera es una aventura humana de encuentro”

 

Treinta y cuatro años de aventura misionera son los que ha desempeñado D. Manuel Fernández, misionero granadino de Vida Apostólica, en el continente africano. Nos cuenta su historia de encuentro y de evangelización con otra cultura distinta a la nuestra.

En mi pueblo, Cúllar Vega, había dos Padres Blancos que me enseñaron una manera nueva (puede que más humana, más sencilla) de enfocar el seguimiento a Jesucristo. Eran abiertos cuando hablaban de las nuevas culturas compartidas (uno, en África del Norte; el otro, en África Subsahariana) y siempre de modo positivo.

Todos estos años (desde 1982 que comencé como estudiante-seminarista, hasta hoy) han hecho que una simple atracción se fuera convirtiendo en una gran simpatía por las nuevas culturas que voy encontrando.

Empecé en la República de Mali (África Occidental). Dos años como estudiante-aprendiz de la vida misionera. El lema que aprendí en el Noviciado (en Friburgo-Suiza) me ha ayudado mucho en estos 34 años de vida misionera y sacerdotal. Decía: Cuando llegues a un país de misión, primero, ve lo que hay; segundo, interioriza lo que ves; y tercero, no actúes hasta que hayas comprendido lo que estás viviendo. ¡Cuántos problemas se evitarían si no lo olvidásemos tan a menudo!

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El misionero granadino que lleva más de siete décadas en Japón

 

Antonio García, natural de Las Gabias, lleva casi toda su vida como misionero jesuita en el Japón, lugar al que quiso destinarse recién entrada en la veintena. Ahora a a sus 91 años, nos confiesa la alegría de su vida entregada al Señor como misionero, que ahora desempeña como encargado del museo de los santos mártires de Nagasaki.

El primer destino como Hermano Jesuita fue de portero o conserje, en el antiguo Colegio de San Luis Gonzaga, donde estaba, desde el final de la guerra, el noviciado de la provincia jesuítica de Andalucía. Aquel enorme edificio albergaba una gran comunidad de novicios, juniores estudiantes, padres y hermanos, más de 200. Tube muchas responsabilidades: atender a la puerta, al teléfono, visitas, consultas, encargos, etc.

Un día, me puse a hojear la revista El Siglo de las Misiones; traía un artículo, lleno de fotos, con las trágicas consecuencias del terrible bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki. En Japón, había mucha pobreza y mucho sufrimiento, muchas penas y dolor, por tanto destrozo y por las muchas personas que habían perdido la vida.

En todos estos años, he sido muy feliz y sigo siéndolo, sin haber estudiado mucho, pero con la dicha de haber podido hacer muchos trabajos en todos los sitios donde me ha puesto la Compañía en esta Misión del Japón: en una casa de Ejercicios, en colegios, en la casa de los estudiantes jesuitas de filosofía y teología; y ahora estoy encargado del santuario y museo de los 26 santos mártires, en Nagasaki, con mis 91 años cumplidos.

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"He amado África con todo el potencial que esta palabra encierra"

Amalia García es religiosa misionera y después de desempeñar su labor durante 37 años en el Congo continúa al servicio de la misión desde 2008 en Málaga donde colabora en Obras Misionales Pontificias (OMP) y Cáritas.

En mi Congregación encontré todo a lo que aspiraba: El carisma de anunciar el Evangelio en África. Hacerse todo para todos. El amor a África (que ya nos inculcó nuestro fundador, el Cardenal Lavigerie) y que todas llevamos dentro de nosotras.

El hecho de inculturarnos en la vida del Pueblo al que somos enviadas, conociendo su lengua, sus costumbres, comiendo su comida... Sabiéndonos iniciadoras y no propietarias de la Misión. “La Evangelización será hecha por los propios africanos”, nos decía nuestro fundador. También nos decía, cuando lanzó la campaña contra la esclavitud: “Soy un hombre y nada que sea humano me es indiferente. Soy un hombre, la injusticia hacia otros hombres me inspira horror”. De ahí nuestra lucha por la dignidad de cada persona y por sus derechos fundamentales.

El trabajo que he podido realizar es importante, pero mucho más han sido los lazos de amistad creados a lo largo de los 37 años que he vivido en el Congo. Y la vida que ha fluido en todos esos encuentros. Nunca se olvida lo que se quiere. En mi corazón y en mi mente sigue vivo el recuerdo de los años felices vividos en África.

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“La misión en esta parte del mundo da respuesta
a los anhelos de mi corazón”

María del Carmen Cucharero es religiosa de las Hijas de Cristo Rey y natural de Huétor Tájar. Desde 2019 vive en Saquisilí (Ecuador) lugar al que fue destinada junto a otras dos hermanas para formar una nueva misión y en la que en este tiempo esta viviendo esta pandemia mundial “que pone de manifiesto otras pandemias”.

Llegué a Ecuador en septiembre de 2019, al cantón de Saquisilí, provincia de Cotopaxi. Tengo que admitir que no sabía bien a dónde venía. La madre general me envió a formar comunidad con otras dos hermanas: Mirtha (Perú) y Ana (La Coruña). 

Venir a Saquisilí ha sido encontrarme con más de 40 comunidades indígenas en las que queremos vivir nuestro carisma de hacer reinar a Cristo con la preparación de los sacramentos de iniciación cristiana. Todos los domingos subimos a diferentes comunidades para compartir la catequesis con las personas mayores de 18 años (en algunos grupos participan más de 100 personas en estos encuentros).

 Me ha tocado vivir la pandemia en Ecuador, un 2020 que está haciéndose “eterno” y que jamás vamos a olvidar. Esta pandemia de la Covid-19 nos ha puesto frente a la existencia de “otras pandemias” de nuestro mundo: la pandemia del hambre, del vivir al día y donde muchos tienen que salir a las calles a la venta ambulante; la pandemia de la crisis de nuestros sistemas sanitarios colapsados y que no llegan a todos; la pandemia de la corrupción. Por último, esta pandemia ha puesto en crisis nuestra pastoral llevándonos a tener que repensar, reinventar y, sobre todo, estar en medio de los hermanos de un modo creativo a través de los medios que hoy la tecnología nos ofrece. 

Testimonios publicados en
Revista Granada Misionera, nº 194
1 de octubre de 2020