12 de julio de 2020
1339 • AÑO XXVIII

INICIO - Signo y Gracia

Sacramentos de vida cristiana

Reflexión teológica sobre la Unción

 

La postura de Jesús ante el dolor, la enfermedad y la muerte, como males humanos, sirve de ejemplo y de fuente de inspiración para sus discípulos, que consideran un signo de la fuerza de su obra evangelizadora.

LA ENFERMEDAD Y SU SIGNIFICADO A LA LUZ DE LA HISTORIA SALVÍFICA

Tan misteriosa es la enfermedad que todas las religiones terminaban por achacarla a un ser superior, que estaría descontento del comportamiento de sus súbditos. Incluso la Sagrada Escritura tomó estos derroteros. La fe bíblica busca en el pecado la causa original de todos los males, pero esta responsabilidad personal va a ser violentamente rechazada en el libro de Job, que plantea el problema del sufrimiento del justo. La enfermedad recibe entonces una nueva interpretación: en algunos casos puede ser una prueba enviada por Dios para renovar la fidelidad del justo (cfr. Tb 12,13; Jb 1,21; 1Pe 3,13-17; 4,12-19).

El NT termina por disociar completamente la relación causal pecado-enfermedad. Jesús cura al paralítico traído por sus amigos para confirmar visiblemente su poder de perdonar los pecados, poder contestado por sus contradictores (Mt 9,1-8 y par.). Y lo mismo sucede en el episodio del ciego de nacimiento (Jn 5,15). El NT abunda, de hecho, en estos casos. En cuanto al texto de Santiago 5,15, excluye como hemos visto toda relación causal entre pecado y enfermedad: la remisión ocasional de los pecados viene a decir implícitamente que la enfermedad no es imputable al pecado. Pero bajo un cierto punto de vista, la enfermedad se ve en de algún modo referida al pecado, no como resultado de faltas personales o familiares, sino como síntoma de un desajuste que afecta a todo el hombre. Es uno de los males que afectan a la condición pecadora de la humanidad. Es el símbolo de esta condición. La curación es el signo simbólico de la liberación de la condición pecadora y de todos los males que  ésta implica, liberación que no recibirá su definitiva expresión hasta el mundo escatológico.

La postura de Jesús ante el dolor, la enfermedad y la muerte, como males humanos, sirve de ejemplo y de fuente de inspiración para sus discípulos, que consideran un signo de la fuerza de su obra evangelizadora el poder de curar a los enfermos y aun de resucitar a los muertos (Hch 3,1-10; 9,33-42; 14, 8-10; 19, 11-17; 20, 9-12). Entre las acciones que Jesús contempla en el encargo de la evangelización, figuran expresamente dichos poderes (Mt 10, 1.8; Lc 9,1; 10,9). De hecho, la predicación de los apóstoles, a semejanza de la del Maestro, va acompañada de los signos de la presencia del Reino, entre los cuales figura la curación de los enfermos: “impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Mc 6,17-18; Hch 2,43).

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano