5 de julio de 2020
1338 • AÑO XXVIII

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Sacramentos de vida cristiana

El nuevo ritual de la unción y de la pastoral de enfermos

La Iglesia, fiel al mandato y al ejemplo de Cristo, ha mostrado siempre especial celo y delicadeza por la atención a los enfermos. Esta preocupación pastoral ha plasmado en la publicación del Ritual de la Unción que, siguiendo las orientaciones y doctrina del Concilio Vaticano II, ordena y canaliza los diferentes ritos y acciones pastorales, que van desde la visita al enfermo hasta la recomendación del alma en su agonía.

El Ritual de la unción, en vigor en la Iglesia latina desde el 1 de enero 1974, parte de un concepto amplio de enfermedad grave y admite la reiteración de la unción en caso de que el enfermo recuperado vuelva a recaer en la enfermedad o ésta entre en una fase más peligrosa y crítica. Pero la gravedad de la enfermedad ha de juzgarse sin ninguna clase de angustia (Praenotanda, n.8): “La Unción es el sacramento específico de la enfermedad y no de la muerte” (n.65), “es sacramento de enfermos y de vida” (n.66), “para ayudar a vivir la enfermedad conforme al sentido de la fe” (n.68).

De acuerdo con el mandato de la Constitución Sacrosanctum Concilium de redactar un rito continuado de los sacramentos de enfermos, además del rito separado de la unción, el Ritual prevé cuatro tipos de celebraciones relacionadas con la pastoral de enfermos: 1) visita y comunión de los enfermos; 2) rito de unción fuera y dentro de la misa; 3) administración del viático dentro y fuera de la misa; 4) rito continuo de Penitencia, Unción y Viático.

En cuanto a los destinatarios del sacramento de la unción, el Ritual traza el siguiente cuadro general: “Esta santa unción debe ser conferida con todo cuidado y diligencia a los fieles que, por enfermedad o avanzada edad, vean en grave peligro su vida” (Praenotanda, n.8).

Dentro de este cuadro general, los Praenotanda del Ritual especifican más los distintos tipos de enfermos y sus circunstancias:

- repetir el sacramento si, en el curso de la misma enfermedad, la situación llegara a ser crítica (n.9).

- el enfermo que va a ser operado, con tal de que la enfermedad grave sea la causa de la intervención quirúrgica (n.10).

- a los ancianos, cuyas fuerzas se debilitan seriamente, aun cuando no padezcan una enfermedad grave (n.11).

- a los niños, a condición de que comprendan el significado de este sacramento (n.12).

 - puede darse la unción también a aquellos enfermos que, aun habiendo perdido el uso de los sentidos y el conocimiento, se presume que si tuvieran lucidez pedirían, como creyentes que son, dicho sacramento (n.14).

- Pero no debe administrarse el sacramento a una persona que está ya muerta; el sacerdote rece por ella y pida a Dios que la absuelva de sus pecados. Pero si se dudase de la certeza de la muerte, entonces puede darle el sacramento “bajo condición” (n.15).

Ignacio Fernández
Sacerdote diocesano