Nº 1335• AÑO XXVIII
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Dios, guía y alimento de nuestra vida
Todos formamos un único Cuerpo en Cristo. De la misma manera en que la Eucaristía está formada de muchos granos de muchas espigas de diferentes campos y todas forman un solo pan, que, consagrado, se transforma en el Cuerpo de Cristo y se nos da a todos, para que también nosotros formemos el Cuerpo de Cristo.
Somos el Cuerpo de Cristo. (…) las dos fiestas grandes de Granada -la Inmaculada y el Corpus- son dos fiestas revolucionarias y no nos damos cuenta de ello. Revolucionarias en el sentido bueno, verdadero y positivo de la palabra, porque las revoluciones modernas han llevado consigo muchas muertes. Pero ésta es, como decía un escritor del siglo XX, “la única revolución que cambia el mundo”, a lo que el mundo está llamado a ser y a vivir, y que no lleva consigo muertes, mas que cuando nosotros nos alejamos de Dios. Entonces, es cuando nace en nosotros el odio, la división y muchas otras cosas que son de las que está hecho el mundo. (…)
¿Dónde está Dios? Lo que celebramos en el Corpus es, precisamente, la Presencia de Dios en medio de nosotros. Jesucristo, cuando fue anunciado, fue llamado “Emmanuel”, Dios-con-nosotros. Así se lo expresó el Ángel a la Virgen, recogiendo uno de los nombres de Dios en una profecía de Isaías. Pero las últimas palabras del Evangelio son “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
¿Y cómo estás, Señor, con nosotros? Estás con nosotros, porque la Iglesia ha preservado tu Palabra y tu Palabra ha llegado a nosotros intacta, como salió de los evangelistas, de los apóstoles. No ha habido nada en lo que los hombres hayan puesto tanto cuidado, tanta delicadeza, tanto cariño y esfuerzo como en el que la Palabra de Dios pueda llegar a nosotros. Lo cual, ya en sí mismo, forma parte de ese espíritu revolucionario que caracteriza al cristiano. ¿Por qué? Porque del hombre moderno, si hay una de las descripciones más agudas que se hace del hombre contemporáneo, es que es un hombre sin memoria, que vive la vida como si fuera una sucesión de instantes desconectados. Pero como no tiene pasado y como no tiene esperanza en el futuro, sale siempre de ese instante decepcionado, y necesita siempre otro instante que pueda llenar la ilusión de que eso va a cumplir su vida. Nosotros pertenecemos a una historia y es una historia de amor.
(…)
Dios nos enseña el camino de la vida y nos alimenta.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Catedral de Granada
11 de junio de 2020