Nº 1334 • AÑO XXVIII
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Corpus Christi
“Sentado a la mesa con ellos"
La Eucaristía es la fuente de salvación y de amor de Dios al mundo por antonomasia. Esto es lo que han querido resaltar los obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social de cara a la celebración del Corpus Christi, recordando que la comunión eucarística es la forma misionera por excelencia de la Iglesia. Una misión necesaria ahora especialmente para hacer frente al "virus del miedo" y a la "pandemia de la indiferencia".
En la solemnidad del Corpus Christi, el Señor, compadecido de nuestra enfermedad pandémica, de nuestra desesperanza y soledad, nos invita a encontrarnos con Él en el camino y a sentarnos a comer a su mesa. Espera así que, unidos a Él, nos convirtamos en testigos de la fe, forjadores de esperanza, promotores de fraternidad y constructores de solidaridad en medio de esta situación tan dolorosa que estamos atravesando.
1.- En un singular ayuno eucarístico
Hemos vivido semanas sin poder participar física y plenamente de la Eucaristía. Poco a poco vamos volviendo a una cierta normalidad al poder recuperar la participación del Pueblo de Dios en la mesa del Señor. Esta participación será progresiva y estará condicionada por el cumplimiento de las condiciones de aforo y de las normas. Muchos niños no han podido celebrar aún la Primera Comunión y no podrán acompañar a Jesús sacramentado por las calles de nuestros pueblos y ciudades el día del Corpus Christi. Quera el Señor que esta situación de ayuno eucarístico haya acrecentado en nosotros el deseo de la Eucaristía y la necesidad de profundizar en su ser y significado.
- La tentación del abandono
El Evangelio según san Lucas contiene un pasaje precioso que recoge la experiencia de dos discípulos que habían abandonado la comunidad, se habían sentido engañados y abandonados por Jesús, que no había cumplido sus expectativas. Desanimados y entristecidos, caminaban esa tarde de domingo hacía la aldea de Emaús. Atrás quedaban sus ilusiones y esperanzas, marchitadas por la incomprensible muerte de su Maestro. De pronto, el sombrío discurrir de sus pensamientos se fue llenando de luz al compartir su historia con un Peregrino que les alcanzó por sorpresa.
Durante aquel encuentro, el Peregrino fue disipando sus dudas y tocando su corazón. Les cautivó de tal manera que ya no les importaba su noche, sino la de aquel buen hombre que quería continuar su camino; “quédate con nosotros”, le dijeron. Sentado a la mesa con ellos, al repetir los gestos de la última cena, mientras pronunciaba la bendición, partía el pan y se los iba dando, lo reconocieron. Al momento desapareció de su vista, pero les quedó clara una cosa: Cristo resucitado les había alcanzado para compartir con ellos sus oscuridades, abrir su corazón al sentido profundo de las Escrituras, compartir la mesa, alimentar su vida espiritual, edificar la comunidad e implantar el Reino. Ahora tocaba volver a Galilea para, juntos, comenzar la misión que el Maestro les había encomendado.
En nuestros días, son muchas las personas que, como los discípulos de Emaús, caminan por la vida con desánimo, sin rumbo, desengañados por malas experiencias. En ocasiones, expulsados de la convivencia social, estos hermanos viven y mueren solos ante la indiferencia de casi todos. Algunos fueron empujados a su Emaús particular por desengaños amorosos, por fracasos personales, por creerse autosuficientes o porque, sencillamente, no encontraron sitio en una sociedad tremendamente competitiva.
“Algunos fueron empujados a su Emaús particular por desengaños amorosos, por fracasos personales, por creerse autosuficientes o porque, sencillamente, no encontraron sitio en una sociedad tremendamente competitiva”
Esta situación de muchos hermanos y hermanas nuestros se ha visto agravada por la reciente pandemia que venimos padeciendo desde hace meses. Dios necesita de cada uno de nosotros para hacerse presente a tantos caminantes de Emaús que avanzan sin rumbo y sin ánimo. Algunos, además, no cuentan con lo necesario para llevar una vida digna pues carecen de la acogida social, de un hogar adecuado y del alimento necesario para el sustento diario. Esta pandemia no solo nos está dejando dolorosas muertes, sino que está provocando además una grave crisis económica y social. (…)
La Iglesia, la familia de los hijos de Dios, imitando a su Maestro, quiere seguir ofreciendo el sustento material a quien lo necesita, el acompañamiento a quienes se sienten solos y el alimento espiritual, que nace de la Palabra y de los Sacramentos, a todos los que tienen hambre de Dios o necesitan encontrarse con Él para descubrir el verdadero sentido de su vida. Esta es la gran obra social que la Iglesia, nacida del mismo Jesucristo, quiere seguir realizando hasta el encuentro definitivo con el Padre.
- Eucaristía: fuente del amor, de la comunión y del servicio
El día antes de culminar su entrega a Dios y a los hermanos, muriendo en la cruz, Jesús, durante la última cena con sus discípulos, quiso dejar un memorial de su obra de salvación instituyendo la Eucaristía. Durante la celebración, pide a los discípulos que renueven aquel gesto y aquellas palabras en memoria de su vida entregada por amor. Con las palabras “haced esto en memoria mía”, confía a la comunidad cristiana el encargo de reunirse con asiduidad para celebrar este misterio de amor y comunión.
La Eucaristía es, por tanto, para el cristiano, el memorial del amor de Dios hacia cada ser humano, que se manifiesta en la entrega de su Hijo Jesucristo. Al participar con fe en la celebración eucarística nos unimos profundamente a Cristo y recibimos de Él la fuerza y el amor necesarios para vivir nuestra entrega generosa y servicial a los hermanos. En cada Eucaristía, actualizamos sacramentalmente este misterio de amor, pero un día al año, el día del Corpus Christi, lo hacemos con una especial solemnidad. Por eso, en esta jornada, la Iglesia celebra también el día de la Caridad, puesto que anunciamos y celebramos con profunda fe que de la Eucaristía mana la fuente de todo amor y santidad.
La Iglesia, inundada de alegría, adorna, canta, proclama y adora a Cristo muerto y resucitado en el sacramento de la fe y de la comunión. Él es el origen, camino y meta que puede dar sentido a toda existencia humana y que muestra la vocación a la que es llamado todo cristiano. Jesús nos da realmente su Cuerpo y su Sangre, verdadero maná, que alimenta nuestra vida y la llena de sentido nuestra peregrinación por este mundo hacía la patria celestial. Al recibir al Señor, recibimos el don de la comunión para vencer el virus de la división y el don del amor para hacer frente a la pandemia de la indiferencia.
En cada Eucaristía el Señor nos invita a ser como el peregrino del Evangelio que sale al encuentro de tantos hermanos y hermanas que, como los discípulos de Emaús, deambulan por la vida, marcados por la oscuridad del sinsentido, de la falta de un hogar, de la soledad e incluso de las ganas de vivir.
Además de alabar y dar gracias a Dios por haberse quedado con nosotros hasta el fin de los tiempos, hemos de acoger con gozo su invitación a colaborar con Él en el anuncio del Reino, en la atención a los hermanos y en la transformación del mundo. En la Eucaristía experimentamos la alegría de vivir y recibimos el alimento necesario para reparar nuestras fuerzas desgastadas en el servicio a los hermanos.
Este trabajo de transformación del mundo no podemos llevarlo a cabo solos. Necesitamos de todos y particularmente de nuestras autoridades políticas, civiles, económicas y religiosas. Necesitamos personas con mucha paciencia, con la mirada puesta en los más frágiles de nuestra sociedad, y con una firme voluntad de llegar a acuerdos y de aplicarlos. (...)
- Comunidad misionera al servicio de los pobres
Desde la comunión con quienes sufren a causa de la enfermedad o de la muerte de sus seres queridos, y desde la cercanía a tantas personas que carecen de lo necesario para vivir dignamente, el Señor nos invita a dejarnos alcanzar por Él, a compartir su mesa, a ser sus discípulos y, llegado el momento, nos anima a salir en misión. No podemos quedarnos bloqueados por el dolor. El Señor nos llama constantemente a ser discípulos misioneros, a salir a los caminos y encrucijadas de la historia para convocar a todos, especialmente a los desesperanzados, a los pobres y excluidos, a los que experimentan la violencia y la persecución, y a los que habitan en las diferentes periferias de nuestro mundo.
En cada Eucaristía el Señor nos invita a ser como el peregrino del Evangelio que sale al encuentro de tantos hermanos y hermanas que, como los discípulos de Emaús, deambulan por la vida, marcados por la oscuridad del sinsentido, de la falta de un hogar, de la soledad e incluso de las ganas de vivir. Al comulgar con el Cuerpo de Cristo, somos enviados por Él con la energía y la luz necesarias para salir al mundo, para partirnos por los heridos de la vida, para forjar las comunidades que puedan recibirlos con hospitalidad evangélica.
Quienes se preguntan dónde está la Iglesia en estos momentos, pueden dirigir su pregunta a los pobres, a los enfermos, a los discapacitados, a los que están solos, a los ancianos abandonados, a los que buscan sentido en medio de la oscuridad, a los que han perdido un familiar querido, a tantos que buscan a alguien que les escuche… Ellos han encontrado el rostro de la Iglesia en la acogida de los miembros de Caritas y de tantas otras entidades de Iglesia, en los hospitales, los comedores, los centros de acogida y las residencias de ancianos de parroquias y de diversas instituciones eclesiales. Ellos la han encontrado en tantos hombres y mujeres creyentes, que también son la Iglesia, y que se gastan y desgastan por edificar un mundo más justo, más fraterno, más humano y más abierto a Dios. La han encontrado en tantos médicos, enfermeros, auxiliares, transportistas, farmacéuticos, policías, militares, muchos de ellos católicos, que son también la Iglesia. La Iglesia, con la ayuda del Señor, seguirá realizando este servicio diariamente, con humildad, sin pretender ocupar las primeras páginas de los periódicos.
Hoy, día del Corpus Christi y de la Caridad, la Iglesia que peregrina en España da gracias a Dios por los miles de católicos que, unidos al Señor, iluminados por su Palabra, alimentados del Cuerpo de Cristo, viven ofreciendo sus vidas y sus recursos a los más necesitados. Damos gracias a los agentes de pastoral, a los voluntarios de Caritas y de tantísimas otras instituciones de la Iglesia. Esta familia que es la Iglesia invita a orar con intensidad por todos ellos, para que el Señor les regale fortaleza de espíritu y lucidez para afrontar la nueva realidad de necesidad y pobreza que está emergiendo. Y, al mismo tiempo que recibe el don del Corpus Christi, invoca la especial intercesión de María para que nos libre de la pandemia provocada por el coronavirus y de tantas otras pandemias que a veces nos quedan lejanas pero que provocan sufrimiento a muchos hermanos y hermanas de aquí y del mundo entero. Que Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ayude a poner siempre nuestro corazón en los bienes del cielo y oriente nuestra mirada hacia sus hijos más necesitados.
Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social
Comunicado del Cabildo de la S.I Catedral en el Corpus Christi
Las celebraciones se retransmitirán por el canal de televisión por internet de la Diócesis Virgen de las Angustias Televisión (www.vatelevision.com).
En relación a la Solemnidad del Santísimo Corpus Christi, y debido a las medidas sanitarias que hemos de observar, el Cabildo de la S.I. Catedral de Granada, en comunión con nuestro Arzobispo, informa de lo siguiente:
El jueves 11 de junio la celebración de la Eucaristía será a las 10 horas. A continuación, se celebrará una Hora Santa y, acto seguido, habrá una procesión claustral por el pasillo central con trono pequeño. Durante el recorrido de la procesión, el Santísimo Sacramento irá acompañado por miembros de las distintas Hermandades, Cofradías y Asociaciones Eucarísticas.
Por otro lado, como cada año, se celebrará la Eucaristía en la S.I. Catedral durante toda la Octava a las 19 horas hasta el jueves 18 de junio inclusive, participando distintas Hermandades Sacramentales y Asociaciones Eucarísticas, así como el pueblo cristiano allí congregado. El domingo de la Octava se celebrará de la misma forma que en los días de la Octava.
Cabildo de la S. I. Catedral de Granada
27 de mayo de 2020
¿Cómo será el Corpus este año en Guadix?
Ya se sabe cómo será la celebración de la Festividad del Corpus Christi en la ciudad de Guadix este año 2020, marcado pro la alerta sanitaria.
Lo ha hecho saber el consiliario de la Hermandad del Santísimo Sacramentos de la ciudad accitana, Manuel Amezcua. Será el domingo 14 de junio, con una Misa Pontifical en la Catedral y una procesión claustral, es decir, por el interior del templo. También se mantienen las celebraciones de la Octava del Corpus, así como la procesión claustral con la que terminan siempre las celebraciones en esta fiesta litúrgica. Pero no habrá ni seises, ni procesión por las calles de la ciudad, ni niños de Primera Comunión.
La decisión se ha tomado tras una reunión del Cabildo, presidido pro el Obispo diocesano, el Arciprestazgo y la Hermandad del Santísimo Sacramento de Guadix. En ella se acordó realizar con esas restricciones el Corpus de este año para poder cumplir con las normas sanitarias establecidas. De esta manera, se suprimen los actos de pueden convocar a multitudes y se mantienen las celebraciones litúrgicas, aunque con las restricciones de aforo establecidas para la Catedral.
Las celebraciones comenzarán en la víspera. El viernes 13 de junio se rezarán las Vísperas Solemnes en la Catedral, a las 20 horas. Al día siguiente, día del Corpus Christi, la Misa Pontifical será a las 12 horas y será retransmitida a través del canal de YouTube de la Catedral. Al terminar, sobre la una de la tarde, habrá una procesión por el interior del templo con el Santísimo Sacramento.
Durante la semana siguiente, se celebrará la Octava del Corpus. Cada día, a las 20 horas comenzará el rezo del Rosario y, a las 20:30 horas tendrá lugar la celebración e la Eucaristía, que estará presidida por los canónigos, con este orden: lunes 15, Manuel Millán; martes 16, José Francisco Serrano; miércoles 17, Juan Sáez; jueves 18, Juan José Toral; viernes 19, Antonio Fajardo; y sábado 20, Manuel Amezcua.
Terminará la celebración de la Octava el domingo 21 de junio con la celebración, a las 8 de la tarde, de la Eucaristía, presidida por el Obispo D. Francisco Jesús Orozco, y una nueva procesión claustral.
Además, se establece que las cofradías sacramentales de penitencia y gloria estén representadas por los hermanos mayores u otra persona designada, con la única insignia de su medalla corporativa.
Los que no puedan asistir a la catedral, como los niños de Primera Comunión, los seises, u otras muchas personas, por la limitación de aforo, podrán seguir las celebraciones desde casa, a través de internet, en el canal de YouTube de la Catedral.
Sin duda, este año el Corpus va a ser distinto, pero, no por ello, tiene que ser menos intenso.
Antonio Gómez