31 de mayo de 2020
1333 • AÑO XXVIII

INICIO - MIRADA

El confinamiento de la familia Rodríguez Rosales

“Ha sido un tiempo de dar la vida en casa”

La familia Rodríguez Rosales al completo en el salón de casa.

 

José Manuel Rodríguez y Sacha María Rosales forman otra de esas familias numerosas que han logrado, no solo sobrevivir a este confinamiento, sino sacar una experiencia positiva del hecho de estar todo el día bajo el mismo techo. Con nueve hijos y esperando al décimo, este matrimonio nos cuenta cómo transcurrió su particular celebración del Triduo Pascual y sus dificultades para ajustarse a la normativa de la actual desescalada.

¿Cómo describiríais el tiempo de confinamiento vivido hasta ahora?
Ha sido un tiempo nuevo, diferente, distinta de la rutina que habíamos hecho hasta ahora. Siempre un poco con el trajín, en una circunstancia que te hace estar veinticuatro horas al día pero lo hemos vivido bien. Un poco agobiados con el colegio, con la sensación a veces de no llegar; son siete niños que están en el colegio y son muchas actividades. Además yo soy profesor y a mis alumnos tenía que atenderlos también. Ha habido un momento un poco de caos, porque algunos niños tampoco están acostumbrados a trabajar autónomamente, porque son muy pequeños.

Todo ha sido un poco novedoso, pero en general lo hemos vivido bien. En mi experiencia ha sido un tiempo bueno para nuestra casa.

¿En qué sentido ha sido bueno?
Pues nosotros lo que les hacíamos ver a nuestros hijos es que era un momento para mirar al otro. Todos juntos hemos colaborado. Los hermanos mayores a veces se han encargado un poco de los deberes de los pequeños, por ejemplo, cuando nosotros no podíamos hacerlo por el trabajo. Ha sido tiempo de dar un poco más la vida en la casa, de estar más implicados en la casa. Yo a los niños les he dicho que era un tiempo que el Señor nos había dado para dar la vida aquí en casa. A ellos los he visto serenos y he visto realmente que Dios también los ha ayudado a dar la vida en lo pequeño, en lo cotidiano. Eso es una de las experiencias que veo que más ha podido ayudarnos a todos.

¿Y la convivencia en familia ha sido positiva en este tiempo?
Lo cierto es que el vivir confinados y juntos las veinticuatro horas del día también provoca tensiones. Tensiones entre los hermanos, entre mi mujer y yo… Ha sido un tiempo donde también mis hijos han podido ver lo que era el perdón. Creo que también ha sido algo significativo de este tiempo. El poder perdonarse, el poder empezar de cero. Si ha habido una discusión entre mi mujer y yo, pues ellos nos han visto perdonarnos y empezar de cero. Y también mis hijos que se han peleado por nada y yo los he visto pedirse perdón, incluso alguno le ha hecho un dibujo a otro, como forma de perdón.

¿Qué os podían decir los más pequeños de la casa ante esta circunstancia extraordinaria?
Nosotros a los niños les decíamos que esto de la pandemia del coronavirus no es una casualidad, sino algo que nos ha puesto Dios. Estando en el tiempo de Cuaresma para la Pascua, les decíamos que esto era como el Pueblo de Israel, que está esclavo y el Señor manda una plaga. Nosotros se lo decíamos.

¿Y a qué nos invitaba el Señor? Pues a vivir la fe aquí en familia, para transmitirles la fe a nuestros hijos en estos momentos. Ahora que se preguntan por qué pasa esto, pues decirles que lo que ha pasado Dios lo ha permitido. Lo podremos entender más o menos, pero es algo que Dios ha permitido.

¿Ahora qué tal estáis viviendo la desescalada?
Pues un poco como podemos, porque ahora mismo no podemos salir todos en familia. Lo hemos hecho distribuyéndonos por turnos, de manera que intentáramos que saliesen, sino todos los días, sí siempre que se pudiese todos a la calle. El problema es que a lo mejor las leyes no piensan siempre en una familia tan numerosa. Cuando te dicen que tienen que salir un adulto y tres hijos, te dices ¿cómo lo hago? Si además solo puedo salir de doce a siete, cuando más calor hace… Además de que si están haciendo los deberes después de comer, es un poco complicado. Pero hemo intentado que saliesen al menos cada dos días. Ha sido un poco como hemos podido.

Ha sido un tiempo donde también mis hijos han podido ver lo que era el perdón. Creo que también ha sido algo significativo de este tiempo.

¿Cómo fue vuestra relación con la Eucaristía y la parroquia durante todas estas semanas?
Con la parroquia, D. Alberto (párroco de San Emilio) ha estado mandando audios todos los domingos y eso lo hemos estado escuchando. Luego el Ángelus lo hemos rezado con los niños. Paraban de hacer los deberes y lo rezábamos en familia. Hemos rezado el rosario también mi mujer y yo, a veces pasaba algún niño y se quedaba un rato. Son pequeños así que tampoco hemos visto como la obligación de hacerles rezar el rosario juntos, pero sí que si lo rezábamos, estaban allí rondando. La Eucaristía la hemos seguido por internet con D. Pau, el párroco de Deifontes.

Nosotros que pertenecemos al Camino Neocatecumental sí que vivimos la fe en comunidad y en este tiempo sí es cierto que hemos echado en falta a la comunidad. Aun así, sí es verdad que está también la oración con los hermanos, en función de lo que el tiempo vaya disponiendo.

¿Y veías la Misa todos juntos en familia?
Sí, la poníamos en la tele en el salón. Los más pequeños sí que se quedaban en el cuarto jugando o le poníamos una peli, pero el resto sí que les poníamos una Eucaristía. Normalmente las Misas las hemos visto el sábado por la tarde noche, en conexión con Pau, el párroco de Deifontes. Luego el domingo por la mañana siempre hacíamos el rezo de Laudes en la familia, para darle continuidad.

En Semana Santa también el tema de las retransmisiones fue un poco complicado. Como había cortes en las emisiones, al final decidimos sacar las lecturas y hacer una celebración de la Palabra. Ha sido una cosa muy importante y que a nosotros como matrimonio nos ha ayudado mucho, sobre todo en las celebraciones del Triduo Pascual. También nuestros hijos hablaron de su experiencia en este tiempo. Ver cómo a ellos la Palabra les ayudaba, les hacía actuar en su vida y les hablaba de en sus pequeños sufrimientos. Ha sido una experiencia distinta de la que estamos acostumbrados, pero muy íntima. Yo les decía a mis hijos que esto era como las familias de los primeros cristianos, que hemos vivido lo que es la Iglesia doméstica.

Ignacio Álvarez