24 de mayo de 2020
1332 • AÑO XXVIII

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Sacramentos de vida cristiana

Textos bíblicos de la Unción de Enfermos

Los textos bíblicos sobre los que se apoya el sacramento de la Unción de los enfermos son Mc 6, 13 y Sant 5, 14-15

EL TEXTO DE MARCOS (MC 6,13)
Marcos es el único que menciona las unciones con aceite practicadas por los apóstoles en vida de Jesús: expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban (Mc 6,13) y refiere esta acción terapéutica de los apóstoles al envío en misión efectuado por el Maestro. Jesús dio a los Doce una participación en su misión, para que pudieran predicar, curar y expulsar demonios. Utilizaron para ello la unción con aceite, remedio medicinal de uso generalizado en tiempos de Jesús. En la antigüedad se concedía importancia al contacto corporal en las curaciones. Jesús mismo lo practicó bajo varias formas (incluido el empleo de saliva, Jn 9,6).

La curación de los enfermos, en Marcos, acompañada de la imposición de las manos, es uno de los signos de la misión de Cristo, que se prolonga en la misión de la Iglesia. Las palabras del Resucitado son, de hecho, válidas para el futuro, y no indican en absoluto una situación provisional. Los otros dos “signos” son la predicación del evangelio y el bautismo (cfr. Mt 28,19; Mc 16,15-16).

EL TEXTO DE SANTIAGO (5,14-15)
El autor habla de las diferentes situaciones en que pueden encontrarse los miembros de la comunidad cristiana: sufrimiento, alegría, enfermedad. En todas ellas hay que rezar. Entre esas posibles situaciones está la enfermedad. Pero en este caso de enfermedad encontramos algunos elementos característicos: la oración del enfermo mismo, la ayuda de toda la comunidad y, sobre todo de sus jefes, que oren con él, “sobre él” y “por él”. Esta oración tendrá su efecto: “Tu fe te ha salvado” (Mt 9,22; Mc 10,52; Lc 17,19, etc.).

“¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” (5,14-15).

Este texto de Santiago, nos dice que se trata de una oración y de un rito destinado a una persona seriamente enferma, pero no a un moribundo. Y se trata además de un rito institucionalizado, puesto que se llama a los presbíteros de la Iglesia. Tiene, pues, un carácter eclesial y comunitario. Su eficacia está unida a la oración de la fe en el Señor. Sus efectos son “salvar” y “aliviar”, que se refieren a todo el hombre, por lo que no excluyen la curación corporal aunque no se limitan sólo a ella ni la exigen necesariamente.

Ignacio Fernández González
Sacerdote Diocesano