26 de abril de 2020
1328 • AÑO XXVIII

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“Tu amor se ha sembrado en esta tierra”

La Iglesia ha defendido siempre que la fe no es algo que se contrapone a la inteligencia. Y yo quiero subrayar eso, porque nuestra fe es un acto de inteligencia. Lo que dice San Juan no es que tenemos que cerrar nuestros ojos y porque cerramos nuestros ojos entonces somos capaces de creer. No, no cerramos nuestros ojos. Nosotros creemos con los ojos abiertos y usamos la inteligencia. Es verdad que nunca la inteligencia nos demostrará que Cristo ha resucitado. Como tampoco la inteligencia puede mostrarme que mi madre me ha querido y me quiere. Eso no se puede demostrar. Eso se tiene experiencia y tienes tantos indicios o al revés, también para saber que mis padres no me han querido. (…)

Quienes hemos nacido en un mundo cristiano y en ambientes cristianos, y en familias cristianas, yo creo que nos cuesta muchísimo imaginarnos lo que sería un mundo sin Cristo. Pero un mundo sin Cristo, en el que no hubiera sucedido el cristianismo, en el que no hubiera ninguna huella del cristianismo, sería un mundo en el que no habría conciencia de la dignidad humana por el hecho de ser seres humanos. Porque eso es un fruto del cristianismo. Pero tampoco el haber metido el dedo (ndr. en la llaga de Cristo, como Santo Tomás). Recordad que Jesús dijo: “Si no creen, tienen a Moisés y a los profetas”, en la parábola del rico y de Lázaro. Y el rico decía: “Mira, déjame volver para decirles a mis hermanos que hay esto y porque si un muerto se les aparece, creerán”. “Tienen a Moisés y a los profetas si no los creen a ellos no creerán, aunque se les aparezca un muerto”. El mismo Santo Tomas dice: “Tengo que haberlo soñado, no es posible, le he visto morir, no es posible”. (…) Cuántas veces hemos visto al Señor actuar, evidentemente. Si tuviéramos los ojos limpios, cada segundo. Si todo lo que existe es fruto de Tu amor, Señor.

Y nuestra fe, quiero que sepáis, porque esto es muy importante, no tiene que cerrar y apagar la razón ni la inteligencia. 

No hay pecado, no hay crimen, no hay miseria humana que el Amor de Dios no sea capaz de perdonar, si no, Dios no sería Dios. Gracias a Dios en Jesucristo hemos sabido que Dios es Amor y que el secreto de nuestras vidas, creadas a imagen y semejanza de Dios, es también vivir para el amor y para amar. Y amar y perdonar, en nuestra experiencia humana, son lo mismo. Porque no hay amor que no suponga un gesto de perdón; que no suponga un gesto de gratuidad. Lo otro no es amor. Lo otro es interés disfrazado, aunque lo llamemos amor. Llamamos amor a tantas cosas que no lo son, como llamamos cristianismo a tantas cosas que no lo son.

Tu amor se ha sembrado en esta tierra y se ha ofrecido, y se da. Y se ofrece a nosotros para que nuestra tierra pueda ser un lugar de gratitud y de alegría.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

19 de abril de 2020
Iglesia parroquial Sagrario-Catedral (Granada)

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