5 de abril de 2020
1325 • AÑO XXVIII

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Enfermera voluntaria en el hospital de campaña de IFEMA (Madrid)

 “Para mí es como entrar en un santuario”

Purificación Vicente es enfermera, en la especialidad de Matrona. Es laica consagrada del movimiento Comunión y Liberación. Se ofreció como voluntaria para atender en el hospital de campaña que se estaba construyendo en IFEMA (Madrid), para los enfermos de coronavirus. Miradas llenas de humanidad que se encuentran tras un traje de protección para evitar contagios del virus. Pacientes que buscan consuelo y esperanza en medio de esta enfermedad desconocida. Y en todo está Cristo: “Está siendo un tiempo de Gracia. Para mí es como entrar en un santuario”, señala. Publicamos la carta dirigida a un grupo de amigos.

Hola amigos

Cuando ofrecí mi disponibilidad para colaborar en este nuevo hospital que se estaba construyendo en IFEMA no sabía lo que encontraría. De hecho, cada día que voy es distinto. Si soy sincera, no pensé mucho en las consecuencias. Sólo secundé el gran deseo de ayudar en algo tan desbordante. Están siendo días muy intensos llenos de incertidumbre, miedo, desproporción, impotencia, inseguridad, cansancio…

Es muy impactante el pabellón en el que trabajo. En un espacio grandísimo se han colocado unas 250 camas. Como dice una doctora que trabaja allí: “Un mar de camas que parecen barcas salvando a pacientes, intentando que no naufraguen”. Para mí es como entrar en un santuario. Me recuerda al Encuentro Madrid. Un pabellón diáfano que se llena de belleza porque Él está caminando con nosotros. Es una Obra de caridad gigante donde es sencillo reconocerLe presente. Seguro que esto no estaba en la mente de los que lo construyeron, pero para mí es esto. 

“Un mar de camas que parecen barcas salvando a pacientes, intentando que no naufraguen”

Trabajo enfundada en un EPI (equipo de protección individual), que me ponen unos voluntarios de Protección Civil (ellos también se encargan de quitármelo cuando salgo). Es lo más parecido a un astronauta. Sólo nos vemos los ojos. Nuestro nombre y profesión está apuntado en la solapa y espalda del EPI.  

Es difícil trabajar así. No puedes moverte como querrías y la expresión se reduce a la mirada y a los gestos con las manos (enfundadas en 4 guantes). Pero, a pesar de estas dificultades, logras encontrarte con los compañeros y con los pacientes. La mayoría de los pacientes que he conocido vienen de estar 2 o 3 días en las urgencias de algún hospital (sentados en una silla), por lo que esto les ha aliviado mucho. No he presenciado todavía ninguna muerte, pero creo que va a llegar, porque desde mañana cambio a otra zona donde ingresan pacientes más graves. 

Entro invocando “Veni Sancte Spiritus, Veni Per Mariam” y pido reconocerLe y LlevarLe en mi mirada. 

Es fácil encontrarse con los compañeros de trabajo. Ayudamos a levantar algo grande juntos y se percibe en el ambiente. Algo que es un bien para todos (no sólo para uno mismo) y esto saca lo mejor de cada uno (en atención, disponibilidad, capacidad de sacrificio…).

“No puedo mirar ese pabellón enorme lleno de camas, donde están prostrados tantos hombres y mujeres, sin pensar en la Cruz de Cristo”.

 

Está siendo un tiempo de Gracia. Como dice el Papa: “Este momento de prueba es un momento de elección”. No puedo mirar ese pabellón enorme lleno de camas, donde están prostrados tantos hombres y mujeres, sin pensar en la Cruz de Cristo y no puedo ver tanta disponibilidad y entrega, tanta sonrisa en las caras de los pacientes, que me llaman por mi nombre sin conocerme, que me agarran fuerte de la mano (porque tienen miedo), que se alegran de verme (¡¡los ojos!!) y de escucharme, sin pensar en la Resurrección de Cristo. Él ha vencido, nada se escapa de Su abrazo porque está presente y es fácil reconocerLe. Hasta los aplausos de los que están en casa me hablan de Él. Es la humanidad que aplaude el darse gratuito de tantos. Es la humanidad que aplaude (sin saberlo) a Quien se ha dado hasta el extremo. Todo es signo de Él.

Un abrazo.   

Puri Vicente
(Madrid)