29 de marzo de 2020
1324 • AÑO XXVIII

INICIO - Voz del Papa

Padre Nuestro mundial

 Hijos confiados que se dirigen al Padre

 

En el día de la Anunciación del Señor, el Santo Padre rezó a la hora del Ángelus el Padrenuestro junto a todos los cristianos del mundo conectados a través del streaming de los medios de comunicación, para rezar a Dios por quienes sufren especialmente, por quienes les ayudan y trabajan para vencer el coronavirus.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy nos hemos dado cita, todos los cristianos del mundo, para rezar juntos el Padre Nuestro, la oración que Jesús nos enseñó.

Como hijos confiados nos dirigimos al Padre. Lo hacemos todos los días, varias veces al día; pero en este momento queremos implorar misericordia para la humanidad duramente golpeada por la pandemia del coronavirus. Y lo hacemos juntos, cristianos de todas las Iglesias y Comunidades, de todas las edades, lenguas y naciones.

Rezamos por los enfermos y sus familias; por los trabajadores de la salud y los que los ayudan; por las autoridades, las fuerzas del orden y los voluntarios; por los ministros de nuestras comunidades.

Hoy muchos de nosotros celebramos la encarnación del Verbo en el seno de la Virgen María, cuando en su humilde y total “Heme aquí” se reflejó el “Heme aquí” del Hijo de Dios. También nosotros nos ponemos con plena confianza en las manos de Dios y con un corazón y un alma sola rezamos:

Pater Noster

 Audiencia General

Contribuir a crear un mundo cada vez más humano

En esta Audiencia General en el día de la Encarnación, el Papa Francisco recuerda el valor inviolable de la vida humana en el aniversario de la Evangelium vitae

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación del SeñorHace 25 años, san Juan Pablo II promulgó la Encíclica Evangelium vitae, sobre el valor y la inviolabilidad de la vida humana. Este santo pontífice presentaba el ejemplo de la Virgen María que acogió a Dios en el momento del anuncio del Ángel Gabriel, y desde entonces se comprometió a hacerse cargo de esa nueva vida que nacía en sus entrañas.

Hoy, ante esta pandemia que estamos viviendo y que amenaza la vida humana, recordamos a tantas personas que se prodigan en el servicio de los enfermos, de los ancianos y de los que están solos. Nuestras sociedades necesitan que difundamos más allá de las emergencias, como la de ahora, esa cultura de la solidaridad, del cuidado y de la acogida, contribuyendo a crear un mundo cada vez más humano, con coraje en la palabra y valentía en las acciones.

Esto significa responsabilizarnos del que sufre, del marginado, del que no es capaz de avanzar por sus propios medios, porque todos ellos tienen derecho a gozar de la plenitud de la vida, y para todos ellos la Iglesia debe tener entrañas de madre.