22 de marzo de 2020
1323 • AÑO XXVIII

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 Desde la Catedral 

El obispo de Guadix celebra cada día la Misa por toda la diócesis,
por los enfermos y el final de la pandemia

El obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, está viviendo estos días de emergencia sanitaria en su residencia del obispado, siguiendo muy de cerca la evolución de esta situación extraordinaria en la que se encuentra todo el país.

Según cuenta el mismo obispo, en su rutina diaria, se siente junto a pueblo cada día. Celebra la Eucaristía en la capilla de San Torcuato y junto a las reliquias del Beato Manuel Medina Olmos, en la Catedral. Allí, pone en la mesa del altar a toda la diócesis. Pide por España y los enfermos del coronavirus, ofrece la Santa Misa por los difuntos y pide consuelo y esperanza para sus familias que ni siquiera, muchas de ellas, han podido acompañar a sus seres queridos en sus últimos momentos. Y da gracias por todos los efectivos de las distintas instituciones que cuidan de los enfermos, que velan por la seguridad ciudadana y que se encargan de que estén cubiertos todos los servicios para el bien común en este estado de alarma.

También, cuenta el obispo que, en contacto con los vicarios y arciprestes, pide al Señor que nadie se sienta huérfano y a todos los cristianos que implementen caminos de caridad, asistencia y acompañamiento, especialmente hacia los que están más solos o enfermos, son mayores o personas vulnerables. Además, a las 12 de la mañana, con el rezo del Ángelus y el toque de campanas en la Catedral, eleva al Señor la siguiente oración, del Papa Francisco, en nombre de la diócesis:

Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies a las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

 Antonio Gómez