15 de marzo de 2020
1322 • AÑO XXVIII

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Ante el Covid-19

Orientaciones de la Conferencia Episcopal ante la actual
situación de emergencia sanitaria

 

Ante el nuevo escenario que genera la epidemia del coronavirus en España, la Conferencia de los obispos españoles ha emitido un nuevo comunicado en el que aporta una serie de orientaciones para responder a la actual situación.

 0. “Animo, soy yo, no tengáis miedo” (Mt 14, 27) 

En tiempos de tribulación el Señor sigue presente y nos acompaña con palabras de ánimo al mismo tiempo que nos envía a cuidar y alentar a quienes nos rodean. Constantemente nos saluda: “paz a vosotros”.

1.- Preocupación y responsabilidad.

La emergencia sanitaria que estamos sufriendo con el coronavirus Covid-19, pone en primer plano la preocupación máxima por la gravedad de la situación creada que sigue experimentando un crecimiento exponencial. 

Vivimos días de gran preocupación, en los que la fragilidad humana y nuestra vulnerabilidad se ven afectadas en todo el mundo por “el coronavirus”, que altera todas las actividades, como la economía, las empresas, el trabajo, los viajes, el turismo, el deporte e incluso el culto, y su contagio también limita en gran medida la libertad de espacio y de movimiento. 

Junto a esta razonable preocupación, deseamos indicar las medidas necesarias, algunas de carácter extraordinario, que salen al paso de esta situación, siguiendo los consejos y las decisiones que desde las autoridades sanitarias del Estado y de nuestras comunidades autonómicas se están indicando. Agradecemos la entrega generosa de tantas personas, profesionales de la salud, responsables de las administraciones públicas, periodistas, sacerdotes, religiosas y laicos que están ayudando cada cual desde su responsabilidad. 

Como cristianos queremos vivir estos momentos con toda nuestra responsabilidad ciudadana, con la solidaridad fraterna hacia las personas afectadas, y con la confianza en el Señor que en tiempos de prueba nunca nos deja de su mano, sino que sostiene nuestra esperanza y nos invita a la conversión. 

2.- Expresión de los vínculos entre toda la familia humana.

Esta situación global y transversal es signo también de los vínculos que nos unen y que fundan la llamada a la solidaridad en el cuidado a las personas más débiles y necesitadas de ayuda, enfermos mayores y solos. También hemos de disponernos a un nuevo y exigente ejercicio de fraterna solidaridad ante las consecuencias económicas y sociales que se temen como consecuencia de este problema global.

Este momento de gran necesidad puede ser, esperamos, ocasión para fortalecer, entre todos, la solidaridad y el trabajo en favor de un objetivo común.

3.- Caridad activa para no exponernos al contagio ni ser cauce del contagio a otros. 

Las medidas que hemos de estar dispuestos a poner en práctica han de ayudarnos a no contraer la enfermedad y así no ser la causa de que otros cercanos a nosotros se contagien. Por ello estamos llamados a realizar esfuerzos y renuncias aunque resulten dolorosas.

4.- La responsabilidad de las autoridades sanitarias y políticas.

Por ello, hacemos un llamamiento a seguir las indicaciones de los responsables de la salud para evitar el avance acelerado de la enfermedad con las medidas higiénicas y evitando contactos que faciliten el contagio. Estas recomendaciones se pueden resumir en:

“Aplicar medidas higiénicas como el lavado de manos frecuente con agua y jabón o con solución hidro alcohólica, taparse al toser con pañuelo desechable inmediatamente o en el pliegue del codo, así como la limpieza de superficies que hubieran podido ser salpicadas con tos o estornudos.

En cualquier caso, se recomienda evitar lugares concurridos en los que no sea posible mantener la distancia de seguridad interpersonal de, al menos, un metro.

Se recomienda la suspensión de las actividades colectivas celebradas en espacios cerrados y que impliquen a más de 1.000 personas. Si tienen un aforo menor al millar, se recomienda su celebración sólo si únicamente se cubre un tercio del aforo”.

Se recomienda salir de casa lo menos posible.

5.- Suspensión de la catequesis presencial y demás charlas o encuentros formativos

Se suspenden las catequesis presenciales. Es importante animar a continuar la catequesis en familia para lo cual las parroquias han de ofrecer orientaciones y recursos. También se suspenden las charlas, encuentros formativos, actos de devoción, conciertos, conferencias o eventos de carácter similar en templos y dependencias diocesanas. 

6.- La Eucaristía y otras celebraciones.

Mientras dure esta situación de emergencia recomendemos seguir la celebración de la Eucaristía por los medios de comunicación en la familia. Debido a su vulnerabilidad, es aconsejable que las personas con enfermedades crónicas, ancianas, debilitadas o con riesgo potencial, y a quienes conviven con ellas o las cuidan, se abstengan en lo posible de acudir a la celebración de la Eucaristía tanto dominical como diaria. A todos se nos está recomendando salir de casa lo menos posible. 

Se pueden mantener las celebraciones habituales de la Eucaristía, recomendando que se evite la concentración de personas, siguiendo las instrucciones citadas en el apartado 5. Durante este tiempo pueden quedar dispensados del precepto dominical quienes no pudieran participar presencialmente por estos motivos.

Debe extremarse el cuidado en la desinfección de las manos en quienes disponen y preparan los objetos litúrgicos, el celebrante y demás ministerios participantes en la liturgia, de modo particular quienes distribuyan la Eucaristía. Debe de omitirse el rito de la paz o expresarse en un gesto que evite el contacto físico. 

El sacramento del perdón, si se solicita, podría celebrarse en espacios o ámbitos que aseguren la intimidad y la distancia de seguridad recomendada por las autoridades sanitarias. Los presbíteros estamos llamados a ofrecer medios para preparar la celebración en casa, tiempo y espacios adecuados para ofrecer la Misericordia a quien la solicite en este singular tiempo cuaresmal.

Pospónganse en la medida de lo posible las demás celebraciones. Con respecto a la celebración de funerales y exequias, se recomienda que participen únicamente los familiares y personas más allegadas manteniendo las mismas prevenciones que en los apartados anteriores. Las procesiones de este tiempo han de suprimirse. 

7.- Unidos en la oración  

Más que nunca hemos de abrirnos a contemplar el Misterio desvelado en la Cruz gloriosa de Jesucristo. Las medidas presentes y futuras nos obligan a mantener distancias. Cultivemos la cercanía de la oración. Oremos unos por otros, por quienes están padeciendo la enfermedad, por sus familiares y amigos, por el personal sanitario, así como por quienes trabajan por la contención en la propagación del virus. 

8.- Tiempo de creatividad espiritual y pastoral

Esta situación nos convoca a una creatividad pastoral para ayudarnos unos a otros a vivir la Cuaresma y la Semana Santa de una manera nueva. Los pastores somos especialmente convocados a una nueva entrega y creatividad en la manera de acompañar al Pueblo de Dios.

En este itinerario cuaresmal, carente de algunos signos litúrgicos comunitarios y de las expresiones de la devoción popular en la calle, estamos llamados a un camino aún más arraigado en lo que sostiene la vida espiritual: la oración, el ayuno y la caridad. Que los esfuerzos realizados para contener la propagación del coronavirus se acompañen del compromiso de cada fiel para el bien mayor: el cuidado de la vida, la derrota del miedo, el triunfo de la esperanza.

Los templos pueden permanecer abiertos para la oración, particularmente recomendada en este tiempo de Cuaresma, e invocar al Señor los dones de la sabiduría y fortaleza para vivir este momento. 

9.- Colaboración y revisión de criterios

Mostramos nuestra disposición a colaborar responsablemente en todo lo necesario para el control de esta pandemia atendiendo a las indicaciones de las autoridades sanitarias por lo que estos criterios han de ser puestos al día en la medida en que evolucionen los acontecimientos atendiendo a lo que en cada momento dispongan las autoridades sanitarias.

Esta es una circunstancia en la que elevar nuestra mirada al Señor desde la fragilidad del barro y ceniza de nuestra humana condición. Ante esta inesperada pandemia que sufrimos en este desierto que atravesamos, se despertará una mirada a Dios desde unos ojos quizás cansados de tanto mirar a lo que no vale la pena. Se despertará la acogida y solicitud por los hermanos, especialmente por los enfermos y los más faltos de alegría y confianza.

En la oración de Laudes y Vísperas, así como en las preces de la Santa Misa, se eleven oraciones al Señor y al cuidado de la Santísima Virgen, para que nos sostengan en la esperanza a todos, alivien a los que sufren las consecuencias de este virus, mientras encomendamos al buen Dios a los fallecidos, pidiendo para ellos el eterno descanso. Hagamos nuestra la oración que el Papa Francisco nos invita a rezar en estos momentos:

“Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos con la voluntad del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para con- ducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas, que estamos en la prueba, y líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”.

Madrid, 13 de marzo,
Viernes de Cuaresma de 2020