1 de marzo de 2020
1320 • AÑO XXVIII

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José Jiménez Reyes 

Coadjutor de Santa Catalina y próximo beato

 

El sacerdote granadino D. José Jiménez Reyes forma parte del grupo de dieciséis mártires que serán beatificados la próxima primavera en la Catedral de Granada.

José Jiménez Reyes nació el 20 de septiembre de 1889 siendo bautizado en la parroquia de Santafé ocho días después. Su partida de bautismo decía así: “D. Baltasar Reyes y Reyes, Beneficiado de la Iglesia Mayor Parroquial de la Ciudad de Santafé, hijo legítimo de Agustín Jiménez y de Ana Reyes.

ASPIRANTE AL SEMINARIO

 El joven seminarista realizó todos sus estudios en el Seminario de san Cecilio de Granada; tres fueron las disciplinas por él estudiadas y de las que fue examinado en distintas etapas: tres cursos de Latín y Humanidades, otros tantos de Filosofía Escolástica y cuatro de Sagrada Teología. En los distintos años de su preparación académica, las puntuaciones por él obtenidas, no fueron brillantes, aunque sí suficientes para llegar a conseguir el sacerdocio, que tanto anhelaba. Todas sus calificaciones escolares aparecen con la designación latina de meritus y henemeritus, que correspondería al cinco y seis de nuestro tiempo.

Puede que el expediente académico del alumno, no demasiado brillante, influyera después en los cargos eclesiásticos por él desempeñados, que como veremos, no fueron de gran relevancia, ya que siempre fue vicario cooperador en las distintas parroquias, en las que desempeñó el sagrado ministerio.

Campanario de Loja.

Estudiaba el siervo de Dios el primer curso de Latín y Humanidades, cuando tuvo lugar en la capital granadina un curioso hecho histórico, que debió suscitar gran interés entre todos los habitantes de la ciudad de la Alhambra, y también entre los seminaristas. Ignoramos si los alumnos del Seminario fueron testigos de un suceso tan peculiar; lo más probable es que no lo presenciaran, por la Vida tan aislada, que entonces se llevaba en los centros de formación eclesiás603. Pero estamos seguros de que sí recibirían cumplida información por parte de sus profesores y formadores.

ORDENACIÓN SACERDOTAL Y SERVICIO EN LA DIÓCESIS

El siervo de Dios recibió el Presbiterado el 27 de Febrero de 1915. Una semana después, recibió el nombramiento de Coadjutor de la parroquia de Pinos Puente; casi año y medio más tarde, el 4 de Julio de 1916, pasaría al pueblo de Salobreña con el mismo destino de vicario parroquial; el 9 de Noviembre de 1918 se encontraba sirviendo la coadjutoría de Dúrcal y Encargado de la parroquia de Talará; pasado un lustro, el 27 de Septiembre de 1923, también como Coadjutor, estaría en el pueblo alpujarreño de Órgiva, pero por un año solamente, puesto que el 10 de Septiembre de 1924, recibió un doble destino: Beneficiado de la ciudad de Santafé y Capellán de las monjas Bernardas en Granada. Y en el año 1926 fue destinado a la ciudad de Loja, como vicario cooperador de la parroquia de santa Catalina y encargado de la de Ríofrío, hasta que fue coronado gloriosamente con la corona del martirio, a los 47 años, de los que algo más de 21 estuvo ejerciendo el ministerio sacerdotal.

Ferrocarril de Pinos Puente.

PERSECUCIÓN Y MARTIRIO

La persecución desatada contra la Iglesia, tanto en Loja como en toda España, tuvo sus inicios con el advenimiento de la República. El año 1933 el Ayuntamiento de la ciudad de Loja tomó el acuerdo de prohibir el toque de campanas en todas las iglesias de la población, salvo en un horario específico.

Y el día primero de Octubre, los componentes del partido socialista se opusieron a que se administrasen los Sacramentos a los enfermos acogidos en Hospital Municipal.

 Don José Vico refería que el siervo de Dios, antes de las elecciones municipales, fue encarcelado junto con otros tres señores, hasta que hubieron concluido dichos comicios. Y en la noche del 21 de Julio fue nuevamente detenido junto a otras personas, y trasladado al Ayuntamiento, en donde permaneció hasta el día 23 del mismo mes, en que la ciudad fue tomada por las tropas nacionales, aunque se marcharon al siguiente día. Tres fueron los días que había durado su detención, y en ellos dio muestras de un gran ánimo, confesando valientemente su fe, y ejerciendo su ministerio pastoral entre las otros detenidos. A las siete de la tarde, aproximadamente del día 23, fue puesto en libertad, marchándose a su domicilio.

Cementerio de Loja.

El siervo de Dios pasó desapercibido hasta el día 2 de Agosto, en que alrededor de las siete de la tarde, fue descubierto. Estaba destinado al martirio, ya que los milicianos pasaban por su calle. aunque su intención no era su búsqueda, sino la del otro sacerdote, Don Ramón Sula; pero, una joven, dirigiéndose a ellos, les dijo: “Mientras en esta calle no se acabe con los curas, esto no tendrá arreglo”. Y les informó acerca de la casa en donde él vivía. Se dirigieron entonces en su busca, exigiéndole que les acompañase. Su anciana madre, de 70 años, y una sobrina pequeña con sólo nueve, llorando ambas, suplicaban insistentemente a los milicianos que no se lo llevasen, a lo que ellos no accedieron.

Aseguran, quienes le vieron, que el pobre sacerdote se encontraba demacrado, y que iba en mangas de camisa, que lo pasearon por diversas calles entre los improperios y ofensas del populacho. Llegado junto a las tapias del cementerio, se hincó de rodillas, y con sus brazos extendidos en forma de cruz, recibió varias descargas, y así fue consumado su martirio”.