23 de febrero de 2020
1319 • AÑO XXVIII

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Cayetano Giménez Martín

Arcipreste de Loja y mártir de Cristo


El próximo 23 de mayo la diócesis de Granada celebrará la beatificación de Cayetano Giménez Martín y otros quince compañeros mártires. Ofrecemos una breve semblanza de la vida de este mártir de Cristo ligado a la ciudad de Loja.

Nació el futuro mártir en el pequeño pueblo de Alfornón, el 27 de Noviembre de 1866. (…)

Hasta que Cayetano cumplió los catorce años, como cualquier otro niño do su edad, asistía tanto a la escuela del pueblo como a la catequesis y actos religiosos que se celebraban en la iglesia parroquial; las dos instituciones en las que,, junto con la familiar. el pequeño recibió los rudimentos de su formación humana y cristiana. El niño también ayudaba a su padre, conforme a sus menguadas posibilidades y fuerzas, en las faenas agrícolas, ya que la familia era numerosa, lo corriente en aquella época, y muy menguada y escasa la economía doméstica.

CAYETANO INGRESA EN EL SEMINARIO

Fue el padre del muchacho quien, cuando Cayetano cumplió la edad referida, de catorce años, dirigió al Prelado granadino la siguiente solicitud:

José Jiménez Rodríguez, natural y vecino de Alfornón, anejo de la Parroquia de Sorvilán a V. E. R. con el debido respeto expone: Que deseoso de que su hijo Cayetano Jiménez Martín siga la carrera eclesiástica, a la cual muestra vocación; y no contando el dicente con los medios suficientes, efecto de la larga familia que tiene es por lo que suplica rendidamente a V.E.R. se digne admitir a su indicado hijo, como alumno de la Sección Económica de Vuestro Seminario: comprometiéndose, desde luego, el que habla a satisfacer los derechos de posesión y todo lo demás que se ordena.

Gracia que no duda merecer de la bondad de V.E.R. cuya vida guarde Dios muchos años.

Alfornón 8 de Agosto de 1880”.

En la solicitud aducida, aparecen las rúbricas del padre, que es quien la escribe, y la del hijo, que es el aspirante a seminarista. (…)

Sorvilán

RECEPCIÓN DE ÓRDENES MINISTERIALES

El 4 de Marzo de 1887, cuando Cayetano estudiaba el segundo curso de Teología, en la capilla del palacio episcopal recibía la Tonsura Clerical y los cuatro Grados u Ordenes Menores. Y dos años más tarde, el 14 de Mayo de 1889, enviaba al Sr. Arzobispo la siguiente solicitud, en la que le exponía:

“Que sintiéndose con decidida vocación al estado sacerdotal, y deseando recibir en las próximas témporas el Sagrado Orden del Subdiaconado, suplica se digne admitirle a la recepción de dicho Orden...” (…)


El 2 de Mayo de 1890 el candidato se dirigía nuevamente al Arzobispo granadino, pidiendo su acceso a la Ordenación Sacerdotal con la siguiente solicitud:

“Cayetano Giménez Martín, Diácono, natural de Alfornón, anejo de Sorvilán, Provincia y Arzobispado de Granada, de veinte y tres años de edad, alumno interno de la Sección Económica de ese Pontificio y Real Seminario de san Cecilio, cursando el cuarto año de Sagrada. Teología a V.E.I. con el debido respeto expone: Que siguiendo los impulsos de su vocación al estado eclesiástico, desea ser promovido al Sagrado Orden del Presbiterado...”

TRABAJOS APOSTÓLICOS DEL MISACANTANO

Tres meses después de su ordenación, comenzaron los trabajos ministeriales del neopresbítero, como Coadjutor en su propio pueblo de Alfornón, alternando el ministerio sacerdotal con el estudio de Derecho Canónico. Cuatro años más tarde, en el mes de Julio de 1894, recibió el nombramiento de Coadjutor de Lújar; y pasados dos años, quedaría como Ecónomo de la misma parroquia; idéntico fue el cargo que ocupó después, en el pueblo de Albolodúy, el 14 de Enero de 1901. En esta población de la provincia de Almería, aunque perteneciente entonces a la diócesis de Granada, permaneció de Cura Ecónomo, hasta su último y definitivo destino, como Cura Propio de Ia Encarnación de Loja, el 23 de Septiembre de 1911 y el 7 de Octubre del mismo año recibió el cargo de Arcipreste de aquella zona.

Fue D. Cayetano un sacerdote bien preparado espiritual e intelectualmente, habiendo obtenido la licenciatura en Sagrada Teología. y al mismo tiempo, estuvo siempre impelido por una gran inquietud apostólica, como lo demuestran todos los testimonios elogiosos de quienes le conocieron y trataron. Santidad y sabiduría que son los dos requisitos con los que san Isidoro, el sabio y santo obispo hispalense, quería que estuviesen adornados los ministros del Señor.

TESTIMONIO DE UN FELIGRÉS

Manuel Silverio Daza Molina, acólito entonces de D. Cayetano. y cristiano comprometido en estos tiempos, conserva de su viejo y querido Párroco muy gratos recuerdos, y nos ha dado el siguiente testimonio:

“Fue D. Cayetano un buen sacerdote, siempre fiel y leal al Evangelio y a la Iglesia, a la que sirvió con gran generosidad y entrega. Un sacerdote con auténtica vocación, que hizo de su vida un servicio constante de amor y de cercanía a Dios y a los hombres, sus hermanos. Amor a Jesucristo, intentando identificarse con Él. Amor a su parroquia. amor a todos sus feligreses, sobre todo, a los más débiles: los niños, ancianos y enfermos. Tuvo siempre muy claro que su misión y su quehacer era anunciar y vivir el Evangelio, en plena sintonía con su Obispo y con la Iglesia.

Su labor apostólica, con estas gentes de la ciudad de Loja, la fue desarrollando cada día con su testimonio y trato dialogante, lleno de amor y do cercanía. Se mostraba siempre educado, atento, comprensivo. misericordioso; constantemente en su vida daba muestras de su gran amor a Jesucristo. Tenía siempre una respuesta alentadora que aliviaba y confortaba a los fieles.

Loja.

Sus ideas, acerca del respeto a la dignidad de toda persona como imagen de Dios, eran muy claras. Era caritativamente paciente con las personas, escuchándoles siempre, y valorando sus opiniones. Su celo, por llevar las almas a Dios, era grande; actitudes todas que manifestaban la profundidad de su fe.

Fe en Jesucristo-Eucaristía ante quien pasaba largos ratos de adoración. Fe palpable en la celebración de los Sagrados Misterios; D. Cayetano era un alma contemplativa. Fe en el ardor con que anunciaba el Evangelio. Fe en todos sus trabajos y servicios pastorales. Hombre también de esperanza y de paz. Todas estas actitudes las vivía como consecuencia de su fidelidad al Señor, y que transmitía en su dialogar paciente y fraterno. Era muy celoso en la catequesis de los pequeños y jóvenes, y organizaba frecuentes reuniones con el objeto de poder ayudar a los pobres de la parroquia.

Era muy devoto de la Virgen María, a la que amaba fervientemente, procurando contagiar ese amor y devoción entre sus feligreses. Preparaba con mucho esmero los cultos anuales de las solemnes novenas en honor de la Inmaculada y de la Patrona, Nuestra Señora de la Caridad”.

ARTÍCULO DEL PERIÓDICO “IDEAL”

En el número 1561, página 11 del diario granadino, el miércoles, 18 de Agosto de 1937 se decía: “Varios amigos garantizaron a la persona del sacerdote, párroco de la Iglesia Mayor, don Cayetano Jiménez Martín. Para asegurar su vida los marxistas exigieron

cierta suma de dinero, que recibieron; pero se incumplió el compromiso y el anciano sacerdote fue llevado al suplicio, para robarle, además de la vida, cuanto llevaba sobre sí, cortísima suma. Igual suerte siguió otro presbítero, don José Jiménez Reyes”.

Y Don José Vico, refiriéndose a su martirio, decía: “El día 20 de Julio de 1936, en que fue asaltada la Iglesia Mayor, fue detenido Don Cayetano, siendo después puesto en libertad con un salvoconducto para poder permanecer en la ciudad. Nuevamente fue encarcelado con otros sacerdotes y feligreses suyos, dando muestras de verdadera resignación cristiana.

En la noche del 9 de Agosto lo sacaron junto con otros detenidos en un coche, y después de abofetearle en el camino e injuriarle, le fusilaron ante las tapias del cementerio, gritando, antes de expirar: ¡Viva Cristo Rey!

La impresión que causó el anciano a sus mismos enemigos quedó expresada en la frase, que al regreso de su fusilamiento, repetían sus asesinos: “Vaya con el viejo, y qué valor ha tenido”.

Santiago Hoces
Extraído de Los Mártires Granadinos de 1936
Editorial Ave María