26 de enero de 2020
1315 • AÑO XXVIII

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Sierva de Dios
Laura Aguirre Hilla

La Señorita Laura

Los Obispos del Sur dieron el visto bueno, durante la última de sus asambleas, para que el Obispo de Málaga iniciase la apertura de la Causa de Canonización de la Sierva de Dios Laura Aguirre Hilla, malagueña que volcó su vida a la educación de niñas en situaciones difíciles y demás personas solas y desfavorecidas.

Laura Aguirre Hilla, conocida en Álora con el apelativo cariñoso de la Señorita Laura, nace en Málaga el 23 de febrero de 1901. Hija de Dª Teresa Hilla y de D. Francisco Aguirre Lerdo. Su padre, natural de Sevilla y notario de profesión, enviuda pronto, quedando con 5 hijos. Laura es la cuarta entre ellos. Los otros son Francisco, Teresa, Laura y  Alberto. D. Francisco se casa en segundas nupcias con la malagueña Dª María Baquera Segalerva. Del segundo matrimonio tienen los hijos Raúl, María Elena y otro hijo más que falleció.

En 1926  D. Francisco Aguirre es destinado a la notaría de La Carolina (Jaén). Cuando prepara el traslado a su nuevo domicilio, enferma de la llamada “gripe española” y muere en el hotel donde se alojaba.

De Málaga a Bruselas
Es complicado organizar una familia tan numerosa en ausencia del progenitor. La vida de Laura, a partir de ahí, va a ser accidentada, con numerosos cambios de domicilio. La familia vuelve a Málaga. Dª María Baquera se queda con Laura, Alberto y sus hijos propios.

Su hermana Cecilia Baquera se había casado con el ingeniero belga Lauren Meeûs, que había venido a Málaga para instalar un ferrocarril por la costa. Acabadas la obras, vuelven a Bruselas, donde residían. Cecilia invita a su hermana María a que se vaya a vivir con ella a Bruselas. Cecilia es una mujer de situación acomodada y además no tiene hijos;  María,  viuda joven y con una numerosa prole de dos matrimonios, no debía andar sobrada de recursos.

Allí van Laura, Raúl y María Elena. Alberto queda en Málaga con un familiar de su padre. Laura está en Bélgica hasta 1933. Allí aprende francés. Dª María vuelve a España con Laura y Raúl concretamente al Madrid. Raúl ingresa en la Facultad de Derecho y Laura estudia Bellas Artes.

La Señorita Laura, en el centro de la imagen, con sus niñas en Álora.

Tres años después comienza la guerra civil (julio de 1936). El ambiente en Madrid es muy complicado y peligroso para una familia como los Aguirre. Raúl es detenido por milicianos y permanece preso en una checa casi un mes. Su madre recurre a su hermana Cecilia y a la embajada belga y consiguen salir  a Bruselas, donde va también Laura. En la capital belga se reúnen con María Elena y su familia.

En el Madrid de la postguerra

Cuando acaba la guerra (1939), Laura y Raúl regresan a Madrid. Laura trabaja en Acción Católica en el Cinturón Rojo de Madrid, en Vallecas, bajo la dirección del famoso jesuita José María de Llanos (conocido como el Padre Llanos). En esta época realiza una activa labor social y de apostolado. Laura y sus compañeras tienen que abandonar esta labor por sufrir dificultades y amenazas. Les proponen ir a Málaga, donde tiene familiares y Laura, por enésima vez, cambia debe cambiar de domicilio y de ambiente.

Desde Málaga a Álora
En Málaga Laura va a seguir la labor que hacía en Madrid: evangelización, catequesis y caridad. Estamos en la España de los años 40, en plena postguerra, con grandes carencias materiales, pero en un ambiente de intenso fervor religioso. Laura se vincula al grupo de misioneras rurales del padre Soto, que van visitando pueblos para realizar labores de evangelización y catequesis. Así llega al pueblo malagueño de Álora, donde va a comenzar una nueva etapa de su vida que ya va a ser definitiva.

La gente del lugar recuerda cómo Laura daba charlas y catequesis. Se alojaba en domicilios privados que algunas personas ponían a su disposición. Esta labor también llegaba  a las zonas rurales, en aquella época, aisladas y con comunicaciones muy deficientes, donde, entre otras actividades, solían preparar a los niños para su primera comunión.

Ejemplar de su biografía "Una vida para los demás".

En esta época las familias suelen tener un número elevado de niños, aunque la mortalidad infantil era muy elevada. Eso iba unido a los escasísimos medios económicos, sanitarios, educativos. En esta situación, los pequeños son los más vulnerables y, especialmente, las niñas. Laura concibe poner en marcha una institución que cuide de estas niñas, algunas huérfanas y otras, con familias en extrema necesidad. Su inquietud le lleva a no limitarse con la labor de evangelización que ya realiza; no puede permanecer indiferente ante las necesidades que ve en su entorno. El rostro de Cristo se refleja en los rostros dolientes de los hermanos más necesitados.

Una vecina de Álora le oye decir que quiere fundar una casa para las niñas coincidiendo con la fecha del Año Santo (1950). No es causalidad que la primera niña que acoge sea el último día de este Año Santo, el 31 de diciembre de 1950.

La niña que recogía colillas

En la puerta trasera de la parroquia de la Encarnación de Álora los hombres que acuden a los funerales suelen quedarse, fumando y charlando, mientras esperan que termine la misa para dar el pésame los familiares. En este lugar suele haber muchas colillas en el suelo. Precisamente aquí Laura ve a una chiquilla que recoge las colillas del suelo. Preguntada por Laura, le explica que su padre la obliga a llevarle estas colillas para él elaborar cigarros. Laura le pregunta si se quiere venir con ella y, después de pedir permiso a la familia, acoge a la que sería la  primera “niña de Laura”.

La obra de su vida: “las niñas de Laura”

En este momento Laura tiene 50 años, una edad que esa época es de plena madurez y casi de ancianidad. Atrás deja una vida accidentada y nómada y seguro que llena de duras experiencias: la temprana orfandad, los cambios de domicilio, la guerra, la postguerra. Y es en este momento cuando decide dar una dirección a su vida, que será permanente y continua hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1986. A esa primera niña de las colillas, se suman unas pocas. Comienza con un grupo reducido. No tiene nada, ni un lugar donde cobijarse ni medios materiales. Posee una ilimitada confianza en la Providencia divina y ésa va a ser la fuerza que la sostenga a lo largo de toda su vida.

A partir de ahí va a ocupar con sus niñas varias casas de la zona antigua del pueblo, que la gente le deja. La primera es un pequeño portal enfrente de la entrada principal de la Parroquia. Una testigo presencial cuenta que, al salir de misa, visitó el lugar y se quedó sorprendida de la extrema pobreza que allí se mostraba. Una sensación de lugar deshabitado. Unos simples jergones de paja echados en el suelo, sin muebles, ni enseres, ni comida.

El ayuntamiento le cede el antiguo convento franciscano de Flores. Allí llega con un grupo de niñas el 2 de julio de 1953. El edificio está muy deteriorado. Se comienza a arreglar el convento con la ayuda del pueblo. Mientras se trasladan a un edificio anexo a la Parroquia de la Encarnación, antiguo Hospital de San Sebastián. Llegan aquí en 1962.

Cuando se han concluido las reformas del convento de Flores, el cardenal Herrera Oria decide que el edificio se dedique a Escuela de Magisterio Rural. Laura acepta con resignación esta decisión, pero para ella resulta extremadamente dolorosa. Algunas de sus niñas dicen que fue de las pocas veces en la vieron llorar.

En Abril de 1960 se les concede el nombramiento de Pía Unión de Misioneras de la Diócesis. Objetivo era atender a las niñas en su educación y en cubrir todas sus necesidades. Al frente la de la Pía Unión está Laura con un grupo de colaboradoras.

15 de marzo 1975. Nombrada Hija Adoptiva de Álora por decisión el Ayuntamiento, siendo alcalde D. José Fernández López de Uralde.

Sala dedicada a la Señorita Laura en el Convento de las Flores (Álora)

A partir de 1977 con la ayuda de Cáritas Parroquial  y con el impulso del párroco D. Francisco Ruiz Salinas se comienza a construir la actual providencia parroquial Virgen del Flores, en la afueras del pueblo, en la carretera entre Álora y el Chorro, sobre un solar donado por empresario de Álora.

Con el tiempo, con la necesidad de acoger a personas mayores, se amplia y reforma la casa.

El 31 de Diciembre (aniversario del comienzo de su labor en Álora) de 1986, fallece en la Residencia. Su funeral es celebrado por el obispo de Málaga D. Ramón Buxarrais, con una asistencia masiva de todo el pueblo de Álora agradecido a la que, durante tantos años, se sacrificó por ellos.

En la estampa recordatorio de su muerte se decía: Su figura sencilla, su hablar suave, su vida humilde, su entrega al prójimo… Este era su testimonio y Cristo su fortaleza.

Después de 36 años dedicada a su constante labor, muchas generaciones de niñas pasaron por su manos y recibieron ayuda material, pero también formación humana y cristiana. En todas ellas dejó una profunda huella. Las acompañaba a los largo de toda crecimiento, organizaba su educación, su primera comunión, a algunas las casaba como madrina e, incluso, a algunas les ayudó para que formaran su casa. Algunas llegaron a cursar estudios universitarios o bachiller o educación básica, pero todas tienen la impronta de Laura, todas llevan con orgullo el título de “niñas de Laura”.