19 de enero de 2020
1314 • AÑO XXVIII

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D. Antonio Cabrera Ródenas

Hacia Ti, humilde y peregrino

Antonio Cabrera Ródenas nació el 31 de enero de 1932 en Cuevas de Almanzora (Almería). Hijo del matrimonio formado por Antonio Cabrera Soto y Magdalena Ródenas Fontcuberta, era el mayor de los hermanos, seguido de Adolfo y Magdalena.

Sus primeros años los pasó en su pueblo natal. En 1934 su padre, empleado de banca, fue trasladado a Cartagena naciendo allí su hermano Adolfo. Más tarde, y también por motivos laborales, la familia se trasladó a Ocaña (Toledo), permaneciendo en ella hasta 1940, cuando su padre fue nombrado director de la sucursal de Banesto en Huesca, donde nació su hermana Magdalena.

Los tres hermanos iniciaron en esa ciudad aragonesa sus años escolares. Los dos varones fueron al Colegio de los Clérigos de San Viator, donde terminó Antonio el bachiller. Fue muy buen estudiante demostrando ya desde entonces su gran inclinación por la Iglesia y su gran amor a Dios. Conservaba un gran recuerdo de su colegio y mantuvo amistades de aquella época hasta su fallecimiento.

Otra vez, la penúltima, su padre fue trasladado como subdirector a la sucursal de Granada en 1948 donde Antonio realizó el examen de estado e inició la carrera de Derecho (promoción 1950 – 1955). Promoción ejemplar en la que se formaron verdaderas amistades conservadas a través del tiempo y renovadas con reuniones periódicas sin perder nunca el contacto, a pesar de los años transcurridos desde su época de estudiante. Antonio siempre celebraba la Eucaristía por los compañeros que se iban yendo...

D. Antonio Cabrera (abajo a la izqda.) con su familia.

El mismo año que finalizaba la carrera falleció su madre, (9-3-1955), de forma inesperada y sorpresiva. Una operación sin importancia que, en principio, no entrañaba ningún peligro, le costó la vida con sólo 43 años. Este hecho cambió la vida de Antonio. Él, que siempre había sido religioso, se acercó mucho más a Dios y empezó a pensar en ingresar en un convento.

Ingresó en el Monasterio de San pedro de Cardeña de los monjes trapenses (Burgos, 1958), luego estuvo en Santander (Monasterio de Santa María de Viaceli), abandonando la Orden por motivos de salud en 1974. Ya en Granada, y de forma totalmente providencial, ingresó en su ayuntamiento el día 6 de agosto de 1976. En principio adscrito al negociado de Registro y luego en Plusvalías, de Economía y Hacienda, donde estuvo hasta su jubilación el día que cumplió 65 años (31-1-1997). Estos años en el Consistorio le sirvieron para tener una independencia económica, y después una pensión que, aunque modesta, cubría sus necesidades, ya que era un hombre parco y sus gastos eran comprar libros y dar limosnas. Las cosas de este mundo no le llamaban la atención más de lo estrictamente necesario. Toda su vida giraba en torno a Dios y a su Iglesia.

En los años como funcionario municipal dio ejemplo de buen trabajador, hizo grandes amigos entre sus compañeros (algunos ya fallecidos) por los cuales rezaba todos los días. Trató a muchas personas en su trabajo e hizo amistades que siempre conservó. En el tiempo su interés vital no cambió: Dios y todo lo espiritual seguía siendo la razón de su vida. Ayudaba en las parroquias cercanas a su domicilio, nuestra Señora de gracia y la Magdalena y terminó la carrera de Teología que había comenzado en el Monasterio.

D. Antonio Cabrera (centro de la foto) durante su tiempo como monje. 

Al jubilarse en el año 1997, maduró la idea de ordenarse sacerdote (ya lo había intentado con anterioridad). Solicitó al entonces arzobispo de Granada, Monseñor D. Antonio Cañizares, hoy cardenal, su ordenación sacerdotal y con la ayuda de otros sacerdotes, D. Santiago Hoces entre ellos, accedió a ordenarlo el 27 de Junio de 1999, tras haberle hecho primero lector y posteriormente Diácono.

Ese día fue el más feliz de su vida. Se ordenó mayor, pero el Señor le permitió casi 20 años de apostolado, y eso era lo más grande para él.

El primer destino que tuvo fue Jun, pueblo cercano a Granada, muy agradable, donde estuvo desde septiembre de 1999 hasta marzo de 2001 en que le destinaron a Zujaira, Casa nueva, un poco más lejos pero también muy bonito, donde sólo estuvo hasta noviembre de ese año.

D. Antonio Cabrera siendo ordenado sacerdote de manos de Mons. Cañizares.

Su carisma era más contemplativo que parroquial, amén de que se iba haciendo mayor y le costaban los desplazamientos, por lo que poco tiempo después fue nombrado Capellán del Convento nuestra Señora de los Ángeles en Granada capital, donde permaneció mientras su capacidad de movimiento se lo permitió, terminando por no poder asistir diariamente. Sin embargo mantuvo la celebración de la Eucaristía dominical, hasta que el Convento fue cerrado a principio de 2018.

Formó parte del grupo de poetas de la iglesia de San Matías (…). Gracias a su memoria excelente en sus homilías y conferencias se apoyaba en citas continuas de párrafos completos de la Biblia, especialmente del evangelio de San Juan, y de sus autores preferidos: Santa Teresa, San Agustín, San Francisco de Sales, la vida de San Juan María Vianney (el santo cura de Ars), Santo Tomás Moro, Cardenal Newman, los Santos padres y un largo etc...Todos los días leía el evangelio de San Juan del que decía muchos versículos de memoria, y era un gran devoto de San José.

Recomendaba, con mucha frecuencia, en sus homilías, el rezo del santo Rosario; el lo hacía todos los días, y confiaba plenamente que la Virgen le iba a ayudar en la hora de su muerte. Y así fue como, efectivamente, ocurrió.

D. Antonio Cabrera celebrado su 80 cumpleaños.

En los últimos años fue Capellán de la Adoración Nocturna de Granada, siendo muy feliz con las personas que le rodearon durante ese periodo de su vida. Iba a administrar el sacramento de la Penitencia y la confesión dos días a la semana a la Iglesia Parroquial de la Magdalena. Allí había administrado algunos años antes la Misa matinal. También frecuentaba la Casa Sacerdotal, sita en la Plaza de Gracia, la misma de su domicilio, donde celebraba algunas veces la Eucaristía, otras iba a hacer oración o simplemente a estar con el Señor, como decía él. Aquí fue siempre tratado con mucho cariño por las anteriores y actuales congregaciones de religiosas. Administraba la Comunión a las personas enfermas que se lo solicitaban.

En todos los sitios donde ejerció su Ministerio encontró siempre magníficos colaboradores (imposible citar a todos), personas entregadas, buenos cristianos, que realizan una gran labor en la Iglesia y con los sacerdotes. Seguro que desde el cielo está pensando en ellos y pidiendo a Dios su protección.

Los últimos tres meses de su vida estuvo en Nerja (Málaga). Había ido a pasar el verano con su hermana, en la Residencia de las Hermanas del Buen Samaritano; religiosas chilenas amigas suyas desde hacía muchos años, donde siempre fue tratado magníficamente. Allí le sorprendió la muerte.

Falleció, (9-10-2018), después de haber recibido los Santos Sacramentos, rodeado de su hermana que le cogía las manos, dos de las monjitas del Buen Samaritano y una enfermera amiga, mientras las religiosas le cantaban muy bajito las canciones que a él le gustaba que cantaran cuando les celebraba la Misa todos los días. así se fue apagando su vida poco a poco, y sobre las 3 de la tarde pasó a ver el rostro del Señor, sin un lamento, tranquilo... como alguien que sabe a ciencia cierta con Quién se va a encontrar: su querido Dios...

Seguro que desde allí agradece el trato del médico que lo atendió, un ejemplo de persona, a Margarita por su cariño, y a Sor Ema y a Sor Sandra por haberle ayudado en su muerte de una manera tan dulce.

Magdalena Cabrera Ródenas
Extracto del libro Antonio Cabrera Ródenas:
Voy hacia Ti, humilde y peregrino