15 de diciembre de 2019
1309 • AÑO XXVIII

INICIO - Editorial

“El cristianismo consiste en la afirmación de que Dios se ha enamorado”

Los dogmas no son una cosa que los Papas o los Concilios puedan sacarse de la manga, sino que son verdades que están ahí. Cuando ellos proclaman que algo es dogma proclaman que es una verdad que está ahí en la tradición cristiana desde los orígenes, y hay textos antiquísimos que hablan de cómo a María no le tocó ni sombra ni mancha de pecado. Y es un dogma bien oportuno, porque proclama que el cristianismo consiste no en lo que nosotros hacemos por Dios (…).

El cristianismo consiste en la afirmación de que –lo voy a decir en un lenguaje que todos entendamos– Dios se ha enamorado; que Dios, que es Amor, se ha enamorado desde el principio de su criatura y ha querido hacerse uno con nosotros. Que Dios ha deseado nuestra vida, nuestros corazones, precisamente porque es Amor. Y luego, nos ha creado a imagen suya, también capaces de amar, para poder unirse a nosotros. Y esa unión ha tenido lugar en el seno de la Virgen, en el nacimiento del Hijo de Dios y para que el Hijo de Dios pudiese ser hombre sin la herencia pesada y dura del pecado que todos experimentamos (a veces muy a pesar nuestro), el Señor ha querido que la que fuese Madre del Hijo de Dios, ya como fruto de la gracia anticipada de su Hijo, fuese también perfectamente pura, para que Su Hijo, al recibir su carne, no recibiese ninguna sombra de las consecuencias del pecado. (…)

¡Dios Santo, qué verdaderamente grande eres! Y qué sobrecogedor es Tu Amor, tu amor por nosotros. 

Estamos a las puertas de la Navidad. Esta fiesta de hoy contiene en sí, como en una cápsula, el corazón mismo de la fiesta de Navidad. Lo que celebramos hoy es lo que celebramos en Navidad. La alegría que se nos da hoy como un pregusto de lo que es el Cielo, de lo que es la Gracia de Dios, de lo que es el Amor de Dios, de lo que es el anhelo esponsal de Dios por la humanidad, por Su Esposa, y por cada uno de nosotros, eso es lo que celebramos la noche de Navidad. Y eso no quita que hay miserias, que hay roturas, que hay heridas que no somos capaces de curar, que estamos enfermos, que podemos estar a las puertas de la muerte que es estar a las puertas del Cielo. No quita todo el mal, la miseria y el dolor que hay en nuestra humanidad; sólo afirma, ni más ni menos, que hay un amor infinitamente más grande que toda esa miseria y que todo ese dolor. Eso es lo que nosotros celebramos siempre, porque ése es el corazón de la vida cristiana y eso es lo que celebramos de una manera particular en este día de la Inmaculada.

Que el Señor nos conceda a todos vivir una Navidad con esta conciencia que hace, no sólo del día de la Navidad, sino de la vida entera, algo verdaderamente precioso y que podemos vivir llenos de gratitud.

Javier Martínez
Arzobispo de Granada

8 de diciembre de 2019
S.I Catedral de Granada

Escuchar homilía